En estas épocas en que están en boga los movimientos “Me Too” y el que en nuestro país lleva la consigna “Ni una menos”, que promueven el empoderamiento femenino y denuncian la violencia contra la mujer, no es de extrañar que la cinematografía se acople a los tiempos que corren con una película a la medida de los reclamos sobre abusos y machismo. Un emprendimiento que bien podría haber surgido de “Pacific Standard Film”, la productora fundada por Reese Witherspoon que fomenta los protagónicos de actrices. La ópera prima de la guionista Andrea Berloff basada en el comic The Kitchen del escritor Ollie Masters y la ilustradora Ming Doyle, satisfará con creces a aquellas espectadoras enroladas en las corrientes mencionadas, además de proporcionar un ágil entretenimiento que renueva uno de los géneros más populares: el cine de gánsteres.
Un cartel informa sobre el tiempo y el lugar: Nueva York 1978. El hampa domina las calles, las prostitutas, los sex shops y los clubes con las Gogo Dancers son las vidrieras céntricas de la ciudad. Un plano nocturno de Manhattan en dirección norte con el Empire State como centro, da paso a otro que se enfoca en un barrio de casas bajas mientras la cámara gira hacia el este en dirección al East River. Allí habitan secuaces de la mafia irlandesa. Tres breves secuencias dan la pauta del maltrato de sus miembros a sus esposas, en las que el desprecio, el agravio y la indiferencia son moneda corriente. Las mujeres son como objetos al servicio del hombre, no recibieron ningún tipo de educación y su rol se limita al de esposa procreadora y servil. Al ser encarcelados luego de un robo fallido, son ellas las que se harán cargo de la organización recolectando deudas, otorgando protección a los comerciantes y manteniendo la autoridad. No están dispuestas a ser sometidas nuevamente, los vejámenes son historias del pasado, no le temen a las armas ni les tiembla el pulso al manejar cuchillos para descuartizar cadáveres. De a poco su poder sobrepasa al que tuvieron los maridos y deben negociar con otras bandas más poderosas.
Los hombres son violentos, traidores y arrogantes con excepción del padre de Kathy (Melissa McCarthy) que peca de inoperante. Las tres mujeres, a medida que suman cadáveres, presentan una moralidad ambigua, sin embargo el espectador empatiza con el trío protagonista debido a su pasado tortuoso y a la habilidad para abrirse paso en un territorio dominado por el sexo opuesto. Elisabeth Moss (El cuento de la criada), Melissa McCarthy (¿Podrás perdonarme?) y la menos conocida actriz de color Tiffany Haddish tomarán las riendas del negocio, son las que le darán esa identidad distintiva al film, ese aire fresco al género basado en una química entre ellas que funciona a la perfección, en un montaje ágil propio del cómic y en personajes bien delineados que sufren una profunda transformación. El drama, la comedia y la acción se entremezclan en un pasatiempo placentero confirmando las buenas expectativas que el tráiler había dejado. Valoración: Buena.