La cocina del poder
La ópera prima de la galardonada guionista Andrea Berloff como realizadora, The Kitchen (2019), aquí titulada Las Reinas del Crimen, es un film sobre un grupo de esposas de criminales irlandeses de Nueva York a fines de la década del setenta que deciden tomar el control de la organización cuando sus maridos son sentenciados a tres años tras las rejas por un asalto a una licorería y agresión a agentes federales.
Cuando sus esposos son encarcelados el nuevo líder de la mafia irlandesa de Nueva York les promete una ayuda para subsistir, pero el escaso apoyo económico no alcanza para la manutención básica, por lo que las tres mujeres comienzan a indagar en los vericuetos del negocio. Así se enteran de que muchos comerciantes han dejado de pagar por la protección debido a que el servicio mafioso no cumple con su cometido, por lo que toman cartas en el asunto. La organización paralela liderada por Kathy (Melissa McCarthy), en conjunto con Claire (Elisabeth Moss) y Ruby (Tiffany Haddish), desplaza a la formal rápidamente alejando a vagabundos y delincuentes de las calles del barrio y las mujeres maltratadas por sus esposos se convierten en las nuevas jefas de la mafia irlandesa. Pero el poder viene acompañado de problemas y las mujeres deberán enfrentar el ego de los hombres desplazados y negociar con la mafia italiana para sobrevivir en un mundo dominado por la idiotez masculina.
Las protagonistas y sus maridos representan aquí tres tipos de relación de pareja y reacción en las que la violencia se manifiesta con distintos grados no muy sutiles. La historia transcurre siempre alrededor de esta cuestión contraponiendo estas relaciones con otras posibles y con la necesidad de las mujeres de tomar conciencia de esta situación para cambiar las cosas e independizarse. En este sentido, la historia sobresale más por la necesidad de poner en discusión ciertas cuestiones respecto del maltrato masculino hacia la mujer a través del discurso feminista que por el relato mafioso mismo, el cual por momentos resulta demasiado forzado, queda relegado a un segundo plano contextual y recurre a argumentos y personajes ad hoc que no siempre funcionan en la estructura narrativa. Las excelentes actuaciones de todo el elenco dan vida a los personajes del cómic de Ollie Masters y Ming Doyle, sosteniendo la propuesta con actitud y carisma.
Más realista y menos descarnada que la historieta, la película construye muy bien a los personajes principales pero descuida demasiado al resto e intenta en algunas escenas emular el estilo del cómic pero solo abandona el realismo tímidamente. La mayoría de los personajes son construidos como estereotipos demasiado encasillados y ceñidos a su papel, creados para explicar los distintos tipos de violencia ejercidos sobre las mujeres y sus respuestas, lo que atenta bastante contra el desarrollo de un relato creíble.
Las Reinas del Crimen es así un film con claroscuros que tanto para bien como para mal no concuerda con el cómic, quedando por momentos a mitad de camino y hasta varado, como por ejemplo en el elemento nostálgico de fines de los setenta, que no es completamente explotado pero que está bien trabajado con algunos guiños de época. Más allá de esta cuestión las actuaciones representan un punto muy alto y el tono de comedia negra funciona bastante bien en una propuesta sólida ideológicamente que se muestra más interesada en dejar bien claro su mensaje político feminista que en la coherencia de una historia que, en última instancia, se toma sus licencias. Aunque no en todo su esplendor, la Nueva York doblegada por la desocupación y el crimen de fines de los años setenta exhibe algo de su encanto en este film en el que Andrea Berloff argumenta bien sus discursos pero no siempre su relato, dejando varios cabos sueltos que le restan a un film que, a pesar de todo, sabe lo que quiere y no teme tomarlo.