Las reinas del crimen es la adaptación de un comic de DC con desparejo resultado.
Tres esposas de mafiosos encarcelados deciden unirse, tomar el toro por las astas y asumir los riesgos que conlleva en una sociedad machista, empoderarse y convertirse en gangsters con polleras. En una acción que tiene lugar a mediados de los años 70. En el barrio de New York donde mandaba la mafia irlandesa, Hell’s Kitchen.
Ante el magro sostén que le proporciona la agrupación a la que pertenecen sus maridos sentenciados, una de ellas ve el negocio de regentear por sí mismas la protección a prostitutas, comerciantes y sindicatos relacionados con la construcción. A las otras dos no les queda más remedio que unirse (cada una tiene un motivo para hacerlo) porque además de la falta de dinero se les suma el sufrir violencia doméstica, infidelidades y la búsqueda de cierta dosis de venganza.
El problema Las reinas del crimen es que su verosímil navega en aguas poco convincentes de tono, y no se decide entre ser realista o levemente paródico. Más allá de algún chiste relacionado con cómo hay que ir vestida para entrevistarse con un capomafia italiano, el resto es un intento de discurso feminista poco justificado. No construye clímax dramático que lleve a un in crescendo en las escenas de violencia, todo está más bien relacionado con el giro sorpresivo.
Está claro que no estamos ante un remedo de El Padrino, ni tampoco de un film al estilo de Scorsese. Pero en el caso de Las reinas del crimen, tratándose en definitiva de una película de gangsters, se pretende, al menos, cierta tensión que este film no logra construir. Otro de los inconvenientes es que en pos de dotar de fuerza a los personajes femeninos se debilita a los mafiosos masculinos, a punto de convertirlos en idiotas que no están a la altura del negocio que regentean.
No basta la conjunción de muy buenas actrices, como ha ocurrido hace unos meses con una película de temática similar (Viudas, de Steve McQueen) para garantizar la calidad. Pero en rigor a la verdad hay que decir que los trabajos de Melissa McCarthy (que este año logró una nominación al Oscar por un papel dramático en Can You Ever Forgive Me?) Tiffany Haddish y la gran Elisabeth Moss, son destacables. Por el lado de los hombres, no sucede lo mismo por tener personajes endebles.
A la guionista Andrea Berloff, que aquí debuta como directora, parece pesarle el hecho de que el comic desarrollaba la historia en ocho entregas y aquí se hace difícil mantener la atención, más allá del toque feminista y los giros argumentales que parecen puestos con calzador.