Crónica de un desenlace enunciado.
El relato se inicia con una escena de la Dra. Carlota yendo a hacer difusión de su descubrimiento a un programa de televisión chabacano e impertinente, que no parece entender la trascendencia científica de sus logros.
La escena produce un buen inicio del relato desde el punto de vista meramente pragmático: brinda un ritmo y un temperamento atractivo sobre el mismo, y hasta define en pocos trazos ciertos caracteres del personaje de Mercedes Morán. Sin embargo, el inicio resulta poco orgánico en relación al resto del desarrollo del relato. Como si los indicios anticipados, se descartaran una vez que se ha obtenido la atención del espectador sobre la trama. Y en cierto aspecto es un anticipo del principal problema que, a mi juicio, presenta la película en su conjunto.
La primera secuencia del film, desde la aparición de Constanza en Colonia Vega, el encuentro y las primeras rispideces con Carlota, hasta el momento de salir a buscar a Freddy y sus secuaces, es realmente un logro. El director consigue orquestar los elementos y sus duraciones con precisión, resultando de ello una imagen poética de aridez y desolación, que será el escenario propicio para que se manifieste el conflicto entre Constanza y Carlota. Esta primera parte del relato, donde se desarrolla la tensión entre ambas mujeres, está excelentemente encarnada por las actrices, y muy bien desarrollada también por la puesta en escena y la dirección.
Lamentablemente, este comienzo estético-conflictivo no tiene continuidad orgánica en el resto de la trama, y a ello se suma un proceso de desdibujamiento de la situación estético-dramática que el relato había conseguido en su haber.
Por un lado, se desdibuja el conflicto entre las protagonistas, el cual se desplaza, de manera abrupta, hacia el conflicto entre las mujeres con el personaje masculino, quien adquiere una relevancia dramática imprevista. La presencia tan abrupta de Freddy, da la impresión de que el relato no supo cómo desarrollar este conflicto entre dos mujeres.
Por otra parte, se desdibuja el personaje de Constanza. Resulta inexplicable que Constanza, de repente, pierda el carácter atrevido, audaz y frontal que exhibe en el comienzo, para pasar a desarrollar una línea de personaje completamente diferente, sumisa, titubeante. En términos narrativos, pasa automáticamente sin ninguna explicación de ser el oponente de Carlota, a ser una ayudante en su batalla contra Freddy.
A esto se suma que la situación conflictiva de reemplazo no consigue desarrollar la misma fuerza que el conflicto primero, sobre todo porque el personaje de Freddy oscila narrativamente sin estabilizarse hasta el desenlace sus verdaderas intenciones. Incluso, el hecho que las intenciones de Freddy no se revelen hasta el desenlace, podría haber servido para que las mujeres siguieran desarrollando su vínculo conflictivo, y Constanza asumiera más contundentemente la hipótesis de que Carlota sería una drogadicta megalómana y paranoica. Pero como no sucede tampoco tal cosa, el conflicto se va desdibujando.
Y este proceso de disminución del conflicto se fortalece, incluso por el aumento gradual de una previsibilidad en torno al desenlace, que hace imposible al espectador tener algún tipo de sorpresa respecto del verdadero hallazgo de la doctora Schönfeld-Müller. Desde el momento de la persecución hasta el final, todo empieza a revelarse muy gradualmente, como se arruina un chiste cuando se adelanta -sin ningún tipo de función (estética o narrativa)- la forma de su remate.