Esta comedia que apuesta por el clásico tema del “rematrimonio” se centra en el encuentro casual en Villa Gesell de una pareja separada hace mucho tiempo. Ella, acompañada por el hijo adolescente de ámbos. Y él, con una novia nueva, más joven y extranjera. Pilar Gamboa y Santiago Gobernori protagonizan este divertido filme del director de “Sábado”.
Si bien LAS VEGAS puede parecer una película no demasiado “riesgosa” en los términos convencionales, de algún modo lo es. El filme de Villegas trata de ubicarse en una zona que no tiene demasiados antecedentes en la Argentina –o al menos no que hayan funcionado tan bien– que es el de hacer una comedia que esté a mitad de camino entre el costumbrismo televisivo de los formatos convencionales de las películas más comerciales de ese género y de la comedia indie, las que suelen apreciar más los cinéfilos que el público masivo y que el propio Villegas supo hacer años atrás en SABADO.
LAS VEGAS se juega por un tono ligero pero con apuestas cómicas decididas, al punto de tener varios gags físicos además de los esperables juegos verbales. La película transcurre a lo largo de un par de días en Villa Gesell, en el edificio que le da su título, una de esas construcciones cuadradas y estéticamente poco agraciadas que existen de a centenares en la costa argentina. Una madre, Laura (Pilar Gamboa) y su hijo adolescente con el que parece tener una relación algo tirante, Pablo (el freestyler conocido como Wos) se van allí a pasar unos días y de entrada todo parece que va a salir mal: se les queda el micro, tienen problemas con la policía y, a consecuencia del temperamento de Laura, se meten en una serie de complicaciones por minuto.
Pero lo peor es cuando descubren que Martín (Santiago Gobernori), el ex marido de Laura y padre de Pablo esá vacacionando en el mismo edificio y con una joven novia colombiana. Al chico no le gusta nada la idea pero Laura termina enredándose en un peculiar juego de seducción y distancia que será central a la trama. Pablo, en tanto, da sus primeros pasos en el complicado juego de la atracción romántica con la guardavidas de la playa lindante. LAS VEGAS es, literalmente, una comedia de enredos y es muy claro ver en ella el tipo de cine que la inspiró: los clásicos de la comedia hollywoodense de los ’30 y los ’40 (y la revisión Bogdanovich de aquellas), con Gamboa jugando un rol similar al de una Katharine Hepburn o similares graciosas divas capaces de combinar una lengua filosa y habilidad para el slapstick.
El subgénero específico al que pertenece el filme es uno que fue bautizado por el filósofo Stanley Cavell como “comedia de rematrimonio”. Y Villegas sigue sus pasos con fidelidad y acertando en la mayoría de las decisiones. Es cierto que para un resultado aún más redondo –y siendo fiel a esos clásicos– a la película podría faltarle algún enredo más –es de esas películas cortas que deberían ser más largas–, pero Villegas prefiere ser económico, una economía que también incluye una puesta en escena con muchos planos largos en los que el elenco logra hacer que sus personajes fluyan y brillen. Y si de brillar se trata, la que se lleva puesta la película es Gamboa, que vuelve a demostrar que es una de las mejores –sino la mejor– comediante argentina en muchos, muchos años.