A los adolescentes con respeto y calidez
Que un novelista pruebe su suerte como realizador cinematográfico es casi un lugar común y son relativamente pocos los que han demostrado la suficiente jerarquía como para dejar una huella en su opera prima. No lo logró ni siquiera una celebridad como Stephen King con la desastrosa Ocho Días de Terror (Maximum Overdrive, 1986). Aunque en rigor debutó en 1995 con la comedia ultra independiente The Four Corners of Nowhere habría que agregar a la lista el nombre de Stephen Chbosky, autor de la novela de corte epistolar The Perks of Being a Wallflower (1999) que acaba de estrenarse en la Argentina con un título que respeta el espíritu del original: Los Beneficios de ser Invisible. Chbosky, además del filme ya citado, contaba entre sus antecedentes con la adaptación para la pantalla grande del musical Rent (2005) y también fue el creador de la serie de culto Jericho (2006-2008), pero en tanto director era una incógnita como sería su desempeño profesional. Aún desconociendo si el libro contiene pasajes de corte autobiográfico (mi primera impresión es que sí), lo extraordinario del trabajo de Chbosky es que ha sabido inyectarle la misma sensibilidad de la obra literaria a un guión fantástico en el que todo se encadena a la perfección. Si a esto le sumamos el aporte de unos actores descomunales –que en verdad le dan vida y carnadura a sus personajes- no quedan dudas de la impecable elección de los productores entre los cuales se encuentra el ecléctico John Malkovich. Stephen Chbosky era la persona indicada para llevar al cine esta historia sobre adolescentes que está llamada a ser un clásico del futuro. Con justa razón, además…
Los Beneficios de ser Invisible está ambientada a comienzos de los 90’s y narra lo que le sucede al introvertido Charlie (Logan Lerman) cuando ingresa a un colegio secundario en el que los chicos sensibles como él suelen pasarla bastante mal. Y en un principio es así, con sólo el apoyo del profesor de inglés (Paul Rudd) que lo alienta a leer y escribir y en definitiva a creer en sí mismo. Desesperado por conectar con alguien, a Charlie le cambia la vida al conocer a los un tanto excéntricos hermanastros Patrick (Ezra Miller) y Sam (Emma Watson). Tras enterarse de que el único amigo de Charlie se suicidó unos meses antes el dúo integra exitosamente al muchacho a su grupo pese a la diferencia de edad (son estudiantes senior, es decir que tienen entre 17 y 18 años).
Chbosky no pierde de vista quién es el protagonista pero no por eso desatiende a los demás personajes. Patrick es un joven gay enamorado de Brad (Johnny Simmons), la estrella del equipo de football del colegio que retribuye el sentimiento pero es incapaz de salir del placard por los prejuicios y el mandato social puestos en juego. Sam, por su parte, es una chica de baja autoestima que ha cometido todo tipo de excesos y se ha ganado la fama de “chica fácil”. Charlie busca en sus nuevos amigos la comprensión que no le dan en su sólidamente constituida familia (padre, madre, hermano y hermana). Lo quieren, sí, pero no lo entienden. La única que sí lo hacía era su querida tía Helen (Melanie Lynskey) pero ella ya no está para ayudarlo. La película se va construyendo en torno a estos tres adolescentes cuyas vivencias emocionales funcionan como un resumen de los típicos conflictos que afectan a los que atraviesan esa difícil transición hacia la vida adulta. Por ende es lógico que el target natural del filme sintonice empáticamente con sus miedos, angustias y alegrias.
Simple como parece la historia detrás de Las Ventajas de ser Invisible seguramente le deparará algunas sorpresas al espectador más desprevenido. Como un buen tahúr Chbosky esconde algunas cartas claves y las sabe jugar en el momento justo. No obstante hay detalles vinculados a la psicología de los personajes que pueden estar abiertos al debate. Emma Watson no da exactamente con el perfil de Sam: su caracterización transmite una inocencia quizás poco acorde para una chica con un pasado de promiscua tan marcado desde el guión. Logan Lerman -muy lejos de sus limitadas actuaciones para Percy Jackson y Los Tres Mosqueteros- y Ezra Miller, en cambio, brillan con luz propia y cargan con el peso dramático de la película. Que no será una obra maestra pero ilustra como pocas las inseguridades de los adolescentes con recursos genuinos y una poderosa banda de sonido ochentosa en la que no podían faltar grupos clásicos como New Order, The Smiths, Cocteau Twins y el extrañamente desconocido (para los protagonistas, se entiende) David Bowie con su hermosa canción Heroes.