Un momento adolescente
Stephen Chbosky, autor del exitoso best seller “The Perks of Being a Wallflower” adapta dicha obra a la pantalla grande, en un film que aborda de forma sensible, delicada y entretenida aquello que forma parte de la cultura popular de la preparatoria (Escuela media para Argentina) y la difícil transición que viven muchos en ese momento de la adolescencia.
Con una estética retro y una banda sonora que nos transporta a los 90’, el film narra la historia Charlie, un chico muy particular que se aventura en los primeros días de la temida preparatoria estadounidense después de varios eventos que cambiaron su vida.
Su inteligencia, ingenuidad y su extrema sinceridad son un obstáculo para relacionarse normalmente hasta el día en que conoce a Patrick y Sam, con los que crea un lazo especial y provocarán un giro radical en su vida que lo sumergirá de pleno en la adolescencia.
La historia se narra a través de un relato que va combinando muy bien el recurso de la voz en off del personaje principal, con unas cartas que Charlie escribe a su amigo y los diferentes sucesos que van dando forma a la historia.
El relato fluye naturalmente y aún en las escenas de drama no se pierde el ritmo, permitiendo al espectador adentrarse a la vida de estos contrastantes y pintorescos personajes que vivirán las típicas problemáticas adolescentes y escolares con temas como los conflictos familiares, las primeras citas, la homosexualidad, las drogas, la amistad, el amor.
Otros más profundos como el suicidio y el abuso sexual también quedan plasmados a través de las experiencias de este grupo de jóvenes, que tienen en el desarrollo de la relación entre Charlie y su tía Helen los momentos más dramáticos del film.
Emma Watson (alejada ya de su personaje de Harry Potter y con un parecido a Natalie Portman en sus comienzos), Ezra Millar (en un papel totalmente opuesto al psicópata que le da nombre a la ópera prima de Lynne Ramsay, Tenemos que hablar de Kevin) y Logan Lerman (con astucia y sorprendente naturalidad) conforman un elenco de actores sensibles entregan la profundidad requerida a sus personajes para dar vida a unos muchachos que luchan por seguir adelante pese a todo lo que han vivido y sus propios conflictos emocionales.
La música adquiere una relevancia especial, tanto para enfatizar ciertas escenas como para delinear aún más los personajes, y por sobre todo para emocionar inevitablemente a aquellos espectadores que por esos años también grababan cassettes para intercambiar con amigos o sus relaciones.
Dentro de la excelente selección de temas se pueden escuchar a The Smiths con "Aslepp", David Bowie con "Heroes" , New Order con "Temptation" y varias bandas indie de los 90’, sin olvidar los homenajes al cine, como la referencia a “The Rocky Horror Picture Show”.
Algunos clichés demás restan meritos al bien construido guión, pero son pocos y no alcanzan a opacar el desarrollo de un film que logra capturar la esencia de un momento y una época determinante en la vida de un adolescente.