La secundaria. Ese gran semillero de personalidades y situaciones que nos marcan es el foco principal tanto del libro como de su adaptación cinematrográfica, ambos escritos de puño y letra por Steven Chbosky. Con mucha autobiografía de por medio, este se lanza al ruedo cinéfilo de una manera brutal y avasallante, al contar una historia conocida con muchos matices, personajes entrañables y una banda de sonido como pocas que hacen que el viaje de Perks of Being a Wallflower sea único.
Esta gira alrededor de Charlie, un adolescente sumiso y callado que comienza la tan temida nueva etapa escolar. A todas luces es un bicho raro, es diferente al resto, y su profesor de Literatura lo identifica enseguida. Cual si fuera un imán, el joven se ve atraído irreversiblemente a socializar con el chico más extraño de la secundaria, y es así como comienza una amistad con Patrick y su hermosa hermanastra Sam, un vínculo que pasará las mil y una, pero que los hará crecer y aprender los unos de los otros mientras viven un año que los marcará para siempre.
Hay que concederle que no es la trama más original del mundo, pero las problemáticas que explora Chbosky no sólo son cruentas y difíciles, sino que también excelentes, como la homosexualidad y la homofobia, la depresión, el suicidio, el abuso y el primer desamor, entre otras. Considerando el material a tratar, que se vuelve increíblemente oscuro mientras pasan los minutos, es para aplaudir que el director se haya mantenido íntegro a su propia creación literaria y su visión no se haya visto comprometida. Perks nunca deja de sorprender, y todas las vivencias y malfortunas de los personajes se ven a través de los ojos del trío protagónico, una elección magistral que demuestra el potencial que tienen estos jóvenes. Primero tenemos a Logan Lerman, el eterno cara bonita que sorprende con su madura interpretación del tímido Charlie, o también a la belleza hepburniana de Emma Watson, que egresó de Hogwarts con el mayor mérito y demuestra que el corte estilo pixie le queda de maravillas y el pedigree actoral que tiene es insuperable. Sin embargo, la revelación es Ezra Miller, quien se roba todas y cada una de las escenas con su extravagante y extrovertido Patrick; un personaje muy conflictuado que no tiene un pelo en la lengua.
Si algo confirma el film, es que se consolida como una digna sucesora de las películas del inmortal John Hughes. Sabemos que la acción transcurre en lo que serían los '90, aunque la fecha nunca es esclarecida, dando a entender que la historia puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar: es una historia de crecimiento universal. Hay que sumar además una banda de sonido para el infarto -suenan desde David Bowie hasta The Smiths pasando por New Order y Sonic Youth- en lo que se conforma como un verdadero viaje noventoso. Fuerte tal cual es, Perks se guarda una sorpresa llegada al final, una bomba de relojería que estalla justo en el momento cúlmine y genera uno de los momentos más conmovedores de la película.
Para cuando Heroes de Bowie comienza a sonar, uno sabe que el viaje está terminando, pero el ambiente se siente raro. Seas grande y el bicho de la nostalgia te haya picado o un adolescente viviendo todavía la secundaria, es imposible no sentirse identificado con alguna situación vivida por los personajes. Después de todo, ser adolescente marca.