Vale, podrían golpearme por haber puesto el título de un libro de un autor latinoamericano nada querido por sus pésimos libros de "autosuperación". Pero es que, más allá de encontrar un parecido entre un libro y una película (que aclarando, nada tiene que ver con el material original en el cuál se basa esta película, escrito por Stephen Chbosky, y que por cierto es el guionista y director de la misma), el título refleja lo que realmente podemos apreciar en la película. Charlie (Logan Lerman) es un chico nuevo de preparatoria, que se siente fuera de lugar (ese extraño sentimiento que tenemos todos al entrar a una nueva escuela), sobre todo porque su vida ha tenido momentos muy difíciles que lo marcaron. Es así que, por cuestiones extrañas, conoce a Patrick (Ezra Miller) y a su hermanastra Sam (Emma Watson) que son estudiantes de último año y forma una amistad sólida que le enseñan lecciones mediante su convivencia diaria.
Más que enseñar una lección, Las ventajas de ser invisible (o marginado, según la traducción de cada país), refleja de una forma muy natural, sutil, y por decir "perfecta" la adolescencia, ese brinco que todos tenemos de dejar de ser unos niños de secundaria, para convertirnos en jóvenes adolescentes de preparatoria y todo lo que eso conlleva: el amor, la amistad, los apodos, los estereotipos, las burlas... vaya, creo que todos sabemos de lo que estoy hablando porque todos hemos pasado por algo semejante. Pero entonces, ¿qué es tan especial y por qué todo el mundo habla de ella? Por ese toque tan infantil que tiene, por la naturaleza del tema y que es reflejado sin excesos, sin bromas pesadas, sin escenas "morbosas" o chistes subidos de tono. Es quizá la mejor película sobre jóvenes que tenemos desde "Y tu mamá también", dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón. Sólo necesitamos un par de ingredientes esenciales: inocencia, amor, ganas de encajar, de tener amigos, un poco de comprensión. Ponerse en el lugar de alguien así es difícil, y aunque antes he dicho que no me gustan las películas que sólo apelan a los sentimientos humanos, hay maneras de hacerlo, y ésta no busca hacernos llorar, sólo busca ponernos en el lugar de nuestros hermanos, hijos, sobrinos o esas personas que nos rodean que atraviesan una etapa difícil de la vida y que a veces se nos olvida el apoyo que necesitan. Como dice la misma historia: "A veces se nos olvida lo que es tener 16 o cumplir 17. Y de repente esas historias se convierten en sólo fotografías y no recuerdos".
Lo mejor de todo es que su mismo autor fue quien hizo la adaptación y quien dirigió la misma película, y salvo que leamos el libro, podemos estar seguro de que no habrá mucha diferencia entre uno y otro. Es una opción interesante para disfrutar en familia y alejarse del cine comercial. Y esperemos que se lleve un par de nominaciones, especialmente por esas excelentes actuaciones de Miller, Watson y Logan que logran conformar un triángulo sólido en todo momento en que la película no decae. Películas como estas, se agradecen de sobremanera en medio de tantas películas juveniles sin sentido