La nueva comedia de Paul Feig, "Last Christmas: Otra oportunidad para amar"; es una divertida producción acorde a su época, ligera, no muy profunda, y con tres actrices que se roban toda la escena. Todo al ritmo de las canciones de George Michael. ¿Podríamos decir que 2019 es el año de las películas discográficas?
A mitad de año, con sólo semanas de diferencia, se estrenaron "Blinded By The Light" y "Yesterday", dos películas que, sin ser musicales, incluían las canciones de un artista o banda en particular como elemento fundamental de sus argumentos. En el primer caso fue el disco debut de Bruce Springsteen, y en el segundo un recorrido por lo más conocido de The Beatles.
Ahora, para coronar, le toca el turno a George Michael. No son sólo las canciones incluidas en una banda sonora. No, las propias canciones son las que van guiando diferentes momentos de la historia, funcionan como motor, y reconocen la existencia del artista como influyente socialmente. La elección de los tres no pareciera ser casual.
De más está decir cuál es el impacto cultural de los cuatro de Liverpool, considerada la mejor banda de la historia. Springsteen, y esa placa en particular le dio voz a una clase obrera que nadie oía, fue música de protesta popular en medio de una década plástica. Michael irrumpió en la escena pop con un estilo único, se despegó de ser encasillado como un galán sexy, e introdujo letras amargas, habló de un estilo de amor no tradicional, y se convirtió en un ícono queer alejado del cliché.
Cada uno a su manera, fueron revolucionarios. "Last Christmas: Otra oportunidad para amar" (horrible agregado local que le hicieron al original), quizás sea de las tres, la que utiliza al artista y a las canciones de modo más relativo.
No es que su argumento gire alrededor del fanatismo por el artista, simplemente ilustra cada momento particular del film con una canción del mismo (además de unos covers a cargo de la protagonista), como si se hubiesen inspirado en la canciones para escribir el guion – que de hecho es lo que dicen en los créditos –.
Claro, como lo dice su título, "Last Christmas: Otra oportunidad para amar", es también una película navideña, como lo era la canción especial que Wham! editó para esa época festiva.
Pero no se trata de algo típico para estas fechas en donde todo es alegría, felicidad, buenas intenciones, y corrección política. Si la canción de dúo de Michael y Andrew Ridgeley hablaba de un engaño y decepción amorosa, y empezar de nuevo para el año siguiente; el film de Feig lo que hace es plantearse fuera de los paradigmas usuales de los films pensados para el público femenino, con una protagonista que necesita una redención.
Katarina, o Kate – como se hace llamar – (Emilia Clarke) es una inmigrante yugoslava viviendo con su familia en Londres. Los treinta le pisa los talones, y no tiene ninguna base sólida en su vida. Es empleada en un bazar de objetos navideños al que ya no le pone ningún empeño. Quiere ser actriz de musical para vive rebotando en castings, en parte por culpa de sus malas elecciones.
No se compromete con ningún hombre, y busca mantener encuentro sexuales muy frecuentemente. Es egocéntrica, egoísta, y una amiga bastante dudosa. Quizá sólo busca algo de amor rápido. En un encuentro casual conoce a Tom (Henry Golding), un hombre algo misterioso, muy alegre, y persistente.
Aunque al inicio ella se resiste, se irá formando una relación entre ellos, lo cual ayudará a que Katarina comience a replantearse muchas cuestiones, y la necesidad de un cambio. Dicho así, el guion no pareciera diferenciarse de algo muy tradicional sobre una mujer que necesita de un hombre para estabilizarse.
Es en el desarrollo donde "Last Christmas: Otra oportunidad para amar" irá planteando sus diferencias. Quizás el mayor acierto del film sea no haber puesto a una comediante como protagonista. Katarina no es el típico personaje histriónico, lleno de mohines, con una actitud graciosa frente al desbarranco. Si la película causa gracia en varios tramos será gracias a la escena, no a su personaje. Katarina se siente una mujer de veintitreinta verosímil, creíble, real.
Alguien que debe hacer frente a un montón de imposiciones frente a lo que una mujer debería ser en ese momento, que quizás no eligió el camino correcto por más buenas intenciones que tenga, y a la cual el destino tampoco la acompaña y no toma las mejores decisiones, hace lo que le sale. Si a alguien recuerda esta Katarina es a la Annie de Kristen Wig en Bridesmaid, casualmente la comedia más popular de Paul Feig.
Pero a diferencia de aquella, tanto personaje como película son menos satíricos o volcados a la comedia pura. Es acá en donde entra a jugar el factor George Michael. Las canciones del autor de "Careless Whisper" que ilustran la película tienen un tono agridulce, un poco amargo en sus letras, acompañadas de un ritmo movido (algo usual en el cantante).
Lo mismo sucede con el film que aprovecha la parafernalia navideña (en una Londres que se siente muy EE.UU.) para recargarse de colores y un tono arriba, ágil, dinámico, que hasta recurre (a veces innecesariamente) al flashback; pero deja en su historia varios dejos agrios o amargos. Por un lado esta Katarina que hace del mal camino un estandarte; pero también en el trasfondo que hay sobre la situación de los inmigrantes en Inglaterra. La madre de Katarina (Emma Thompson) es una mujer que sufre el desarraigo y se quedó anclada en la guerra, culposa, no se permite ser feliz.
También hay una sutil, y bienvenida, escena respecto a la discriminación entre nativos y migrantes. Esta sensación de un film con personajes bien intencionados, pero torcidos; la hace ver lejanamente como un film de Richard Curtis ("Love Actually", "Yesterday"), pero si este se hubiese despertado en un día contrariado o nublado. Emilia Clarke es todo un hallazgo. La actriz, conocida por su rol en la serie Games of Thrones y ser la fallida Sarah Connor de "Terminator Genisys", vuelve a incursionar en los roles mas alegres luego de "Me Before You".
Si en aquella, ella era lo ¿único? bueno de la película; ahora le aporta toda la luminosidad. Emilia sonríe y los ojos verdes destellan la pantalla, interpreta con brío y gracia natural sin recurrir ni al histrionismo, ni al estereotipo. Su presencia está entre lo más positivo. En lo secundarios, encontramos otros dos motores importantes. Michelle Yeoh vuelve a la comedia después de "Crazy Rich Assians" en un rol completamente diferente al de aquella; simplemente está simpatiquísima.
El otro gran aporte, lo mejor de "Last Christmas: Otra oportunidad para amar" es esa excelente actriz llamada Emma Thompson. Thompson, que también oficia como una de las guionistas y quien posee la idea original, compone un personaje tan desopilante como triste. Algunos de su diálogos no sabemos si reírnos a carcajadas, incomodarnos, o llorar junto a ella. Lo suyo es soberbio.
Feig aporta dinamismo, y amalgama fluidamente las canciones para que no se sienta forzado. "Last Christmas" incorpora un mensaje feminista bastante correcto, no tan forzado o de agenda “para quedar bien”. Nos dice que las mujeres, a veces, hacen lo que pueden, que pueden decidir por ellas mismas, y hasta permitirse equivo
En este armado, el personaje masculino de Henry Golding queda bastante deslucido, funcional.
"Last Christmas", canción, fue un clásico navideño instantáneo, reversionado muchísimas veces, eterno, probablemente por su ritmo tan pegadizo y ser una de las pocas canciones amargas (aunque esperanzadora) sobre la navidad. Esta cinta quizá no se convierta en un clásico de los films navideños, pero logra casi hora cuarenta y cinco muy entretenidos, bien elaborados, y con un par de buenos mensajes. Nada mal.