Latidos en la oscuridad representa la segunda incursión como director de Dean Devlin, el histórico socio de Roland Emmerich (Día de la Independencia), quien debutó el año pasado como realizador con ese disparate horrendo que fue Geo-tormenta.
Su filmografía no evoluciona demasiado con esta nueva película que es bastante aburrida y repite una temática que encontramos en varios estrenos en el último tiempo.
Unos delincuentes entran a robar una casa y la víctima resulta ser un psicópata más peligroso que ellos.
Un rol que en este caso estuvo a cargo de David Tennant, quien sobresalió como villano en la serie de Marvel, Jessica Jones.
El actor suele lucirse en este tipo de papeles y su interpretación en el film es de lo más destacable que ofrece esta producción.
Devlin en un comienzo hace un buen trabajo con la presentación del conflicto pero luego no consigue sostener el suspenso y su narración se vuelve muy densa y desapasionada.
No ayuda tampoco una extraña musicalización que desentona por completo con las imágenes que se retratan en la pantalla y un guión con demasiados lugares comunes que genera que la llegada del clímax se haga interminable.
La verdad que cuesta encontrar algún mérito para recomendar su visión en el cine, ya que es una película de una pereza creativa notable.
Quienes decidan dejarla pasar no se pierden nada relevante.