Latidos en la oscuridad es la segunda película de Dean Davlin que se estrena en lo que va del año. La anterior había sido Geotormenta que como su título lo indicaba se trataba de una propuesta ridícula, de esas para divertirse en el cine y olvidarse de los problemas de la vida. Que sea entretenida, no significa que sea buena, pero sí podemos decir que Geotormenta es un metraje noble ante tanto otros espectáculos solemnes.
Su segunda película lo muestra mejorando como director pero a la vez olvidándose de lo importante, entretener. La historia es la misma que se vio incontables veces, de hecho Don’t breath del uruguayo Fede Alvarez trabajaba el mismo concepto. La diferencia es que en Don’t breath explora el suspenso mediante el silencio en el cine. En latidos en la oscuridad se busca que las situaciones y la información constante, vía un efectivo montaje, logren generar tensión.
La idea no es mala, lo que ocurre es que Davlin no va más allá. Tal es el impetú de la película en conformarse con ser una del montón que termina arruinando potenciales ideas y hasta personajes. El caso más obvio es el del villano interpretado por David Tennant, actor conocido por ser el Doctor Who, que no logra salir del estereotipo de villano frio, calculador e inteligente; y eso que Tennant es convincente con el material con el que tiene que trabajar. Lo contrario pasa con el antihéroe, tal vez sea porque el punto de vista principal es el del personaje de Robert Sheenan, o por la cantidad de información que se le otorga lo que hace que empaticemos aún más con él. Lamentablemente Davlin esta tan obsesionado con la idea de mostrarlo como un chico bueno que pierde el estribo y lo convierte en otro cliché, aunque en este caso sale un poco mejor parado.
El otro problema de Latidos en la oscuridad es su tono indefinido, que no sabe si es una de terror o es un thriller. Quiere ser todo eso pero esa inseguridad a la hora de abordar la historia le juega en contra. Lástima porque dura lo que tiene que durar y no es ofensiva, pero debajo de todo eso hay una buena película y quien sabe capaz Dean Davlin dentro de algunos años entregue una obra maestra, ahora por lo menos sólo nos dio al gran Roland Emmerich y el cine catástrofe.