Comedia coral amable, mal teatro filmado
Dos esposas, tres amantes oficiales, cinco hijas reconocidas, una no tanto y una sorpresa que nadie esperaba es el reguero que dejó Saverio en su paso por la vida y a lo largo y ancho del mundo entero. Sus esposas –una italiana y la otra española– e hijas –italiana, española, francesa, sueca y yanqui– se reunirán en Roma para el homenaje oficial del décimo aniversario del fallecimiento de Saverio, gran estrella de la edad de oro del cine italiano. Demás está decir que la paz no reinará. Aunque la sangre tampoco va a llegar al Tiber: Latin Lover no pretende ser otra cosa que una comedia coral amable, de esas que dejan conformes a todos. A los que vivieron esa edad de oro y sabrán reconocerla, a través de un ramillete de citas. A los que disfrutan con un desfile de grandes damas de la actuación. A los que piden un toquecito más picante, que haga parecer a la película más moderna de lo que es. A los únicos a los que Latin Lover no dejará conformes es a aquellos que cuando van al cine buscan algo más que sentirse conformes. O ver algo que no sea teatro filmado.Desde la pantalla, el no tan cruel Saverio baila el twist con una bambolona, sonríe ganador, se pone serio, alecciona a un grupo de obreros. Recorre, en una palabra, la entera historia del cine italiano, de los 50 a los 70, en blanco y negro y color: algún melodrama, la commedia all’italiana, el posneorrealismo, el cine político y comprometido, las coproducciones europeas. El perfil aguileño, los grandes gestos y una referencia a Il Sorpasso hacen ver a Saverio como alter ego de Vittorio Gassman. Su carácter de arquetipo del amante latino, su capacidad para remar entre lo liviano y lo complejo y una cita a Los compañeros obligan a pensar en Marcello Mastroianni. Fusión de ambos, Valerio no es, finalmente, otra cosa que una máscara, cuya capacidad de seducción desde la pantalla sólo se equipara con su narcisismo.El veneno circulará en módicas dosis cuando su esposa italiana (la gran Virna Lisi, en su último papel), la española (Marisa Paredes), las hijas de todas las procedencias (entre ellas, Valeria Bruni Tedeschi y Candela Peña), el yerno (el catalán Jordi Mollà) y un inesperado doble de riesgo, que guarda cierto secreto comprometedor (el también catalán Lluís Homar) se vean obligados a reunirse. Celos, envidias, enconos y algún que otro engaño de alcoba estarán a la orden del día. Al final, todas compartirán la botella de whisky: ya se sabe que nada une más a un grupo femenino que la traición del hombre que alguna vez las llevó a enfrentarse.Escrita y dirigida por la portadora de apellido Cristina Comencini, que conoció personalmente a Marcello, Vittorio & todos los demás (es hija de Luigi, director de Pan, amor y fantasía), Latin Lover es tan teatral en su estructura (encuentro, desencuentros, secreto desestabilizador, retorno a la calma) como en varias de sus actuaciones. Candela Peña, Marisa Paredes, la insoportable Angela Finocchiaro y, en una escena, Virna Lisi, parecen haber sido instruidas en el gesto enfático, el silencio dramático y el movimiento de manos. Más libre de ese régimen, el resto del elenco luce más tolerable. Se destaca Lluís Homar, dueño de un relax y soltura que su torturado papel de Los abrazos rotos no permitía adivinar.