“Latin lover” resulta una desafinada una comedia coral con situaciones tragicómicas y vínculos familiares.
El cine italiano quizás sea el más sobrevalorado del mundo, y la inentendible ponderación de Paolo Sorrentino, como para nombrar un director en actividad, es un ejemplo de ello. Latin Lover, de Cristina Comencini, pertenece a este cine y a uno de sus más lamentables géneros: la comedia a la italiana.
Saverio Crispo es el gran actor y galán de Italia, en la línea de Rodolfo Valentino. Se podría decir que se trata de una suerte de biopic de este personaje imaginario, o una falsa biografía reconstruida a través de los diálogos de sus protagonistas. Pero el personaje de Saverio es en realidad una excusa para que se desarrolle la verdadera trama: la reunión en un pueblo de la zona de Puglia de sus cinco hijas y sus dos exmujeres para celebrar el décimo aniversario de la muerte del actor.
Las viudas e hijas son de distintos lugares: están las italianas anfitrionas, la madre Rita y la hija Susanna (Virna Lisi y Angela Finocchiaro); la francesa Stephanie (Valeria Bruni Tedeschi); las españolas Ramona y Segunda, madre e hija (Marisa Paredes y Candela Peña); la atractiva sueca Solveig (Pihla Viitala); y la más joven del grupo, la norteamericana Shelley (Nadeah Miranda). Los personajes masculinos: el marido mujeriego de Segunda (Jordi Mollà) y Pedro (Lluís Homar), viejo amigo y doble de riesgo de Saverio.
Los personajes sacan sus trapitos al sol, revelan mentiras y verdades del actor y sus propias traiciones y sueños. Comencini propone una comedia coral con situaciones tragicómicas, en la que las relaciones familiares cobran importancia.
Latin Lover intenta evocar, en clave de homenaje, el pasado del cine italiano. Pero en el intento lo único que se destaca es la visión superficial de la directora, que cae en un acartonamiento de las distintas etapas y géneros homenajeados.
La película quiere ser melancólica y divertida pero termina siendo un fiasco conservador. Si bien a algunos espectadores les puede resultar entretenida, estamos ante un cine ingenuo y anticuado.