La directora Debra Granik nos trae su segundo largometraje, la apuesta fuerte es sin duda la actriz Jennifer Lawrence, interpretando a una joven que lucha contra la sociedad para defender su familia.
Mucho se habla del estilo de vida americano, y las películas en general lo muestran como algo perfecto, casi sin problemas, en un ambiente idílico donde pocas veces falla algo. Estados Unidos parece la meca de las familias felices y de una calidad de vida inalcanzable. Sin embargo, en Lazos de Sangre, conocemos la otra cara de tanta simpatía, toda la hostilidad que parece no existir en el pueblo americano aparece en esta película, y al por mayor.
Ree Dolly es una joven de 17 que vive en las montañas Ozark, al sur de Estados Unidos. Ree, se encarga de cuidar a su madre enferma y a sus dos hermanos menores, es el sustento de una familia que está en crisis en todos los aspectos. El padre de Ree se encuentra preso por narcotráfico y para salir bajo fianza decide poner en parte de pago la casa en la que vive su familia.
Con un comienzo dramático se desarrolla la historia y descubrimos la dureza a la que se enfrenta la protagonista para poder salvar a su familia de la ruina. Con un clima dramático muy marcado, grandes momentos de tensión y problemas que parecen nunca acabar.
La película muestra lo que nadie quiere mostrar, esto se acentúa gracias a la magistral actuación de Jennifer Lawrence y a la fotografía de Michael McDonough, quien nos retrata a la perfección la montañosa zona de Missouri, donde conocemos a otros personajes con los que la protagonista genera una relación clave.
Los códigos de convivencia en un pueblo donde nada se dice y todo se oculta es, sin duda, el mayor protagonista de la historia. Los silencios, los diálogos logrados solo con una mirada, son el acierto indiscutido de este film que retrata la dura historia de una joven que decide ser una verdadera heroína.