El director coreano de OLDBOY nos entrega este cuento de hadas siniestro, bellamente rodado, con momentos que parecen extraídos de las pesadillas más retorcidas y un clima denso, que parece un calco del logrado por las cintas de horror orientales. Un drama de horror, intenso, cargado de perversiones, tensión y sexo reprimido, con actuaciones memorables, una fotografía estilizada que se vale del foco y fuera de foco para crear momentos de inquietud y una dirección de arte cuidada hasta en los mas mínimos detalles. Un filme con destino de culto.