Sombra de lo obvio
Lazos perversos (Stoker, 2013) marca el debut en inglés del surcoreano Park Chan-wook, conocido mundialmente por sus sanguinarias películas de venganza. Su nuevo film no es ni tan violento ni tan sangriento como se podría esperar del director de Oldboy (2003), pero posee un característico morbo por temas escabrosos como abuso, estupro e incesto. Que la película logre sostener un buen gusto, aunque sea marginal, es toda una hazaña de dirección, actuación y guión.
India Stoker (la lánguida Mia Wasikowska) habita una mansión gótica en el sur estadounidense junto a su enviudada madre Evelyn (Nicole Kidman). Su padre acaba de morir en un accidente, cosa que ha dejado a la niña aún más enajenada de lo usual. En vísperas del velorio surge un desconocido: el joven, el apuesto, el seductor tío Charlie (Matthew Goode), que ha venido a dar una mano a la familia y “se estará quedando un tiempo”.
India le hace asco al intruso y a su madre, que está demasiado atontada por la atracción que siente por su cuñado como para guardar luto. El tío Charlie, por su parte, sólo tiene ojos para India: enormes ojos azules con los que le mira intensamente, incomodando a su sobrina y al espectador. La tensión crece a medida que Charlie se hace un lugar en el seno de la familia Stoker, e India va encontrando razones varias para desconfiar de su tío.
La labor de Goode en el papel es impecable. No hay empatía alguna entre su mirada llena de lujuria y la voz compuesta y medida con la que habla. Wasikowska recorre un camino más difícil, pasando por el odio, la desconfianza, la fascinación y, quizás, el deseo hacia el tío Charlie. La película está anclada en su subjetividad reprimida. De sus interacciones con Charlie, ¿cuánto es real, cuánto imagina; cuánto de lo que imagina es una pesadilla y cuánto un deseo del subconsciente?
Las actuaciones, a su vez, se ven algo asfixiadas por la estética de la película, que Park Chan-wook compone con sobreexcedido estilo: cada línea de diálogo es subrayada por un elaborado movimiento de cámara, cada cambio de escena es un opus de transparencias y montajes alternativos en los que se genera una gran tensión. El barroquismo de la dirección y la puesta en escena no deja lugar para sutilezas ni implícitos. La película tiene la seriedad de una farsa.
El guión ha sido escrito por Wentworth Miller (la estrella de la serie Prison Break). Está claramente inspirado en La sombra de una duda (Shadow of a Doubt, 1942), de Alfred Hitchcock, en la cual un sospechoso tío Charlie visita a su sobrina favorita. Lazos perversos hace realidad los fetiches que se sugerían tanto más cautelosos en La sombra de una duda, lo cual no es necesariamente algo bueno, pero vaya que lo hace con estilo.