El debut de Park Chan-Wook (el famoso realizador coreano) en Hollywood viene de la mano de la intensidad, la exaltación y la elegancia. Es un thriller, tiene sangre, muerte, pero se mete profundamente en el mecanismo del deseo que enciende por igual en una madre y en una hija, la sobrina del protagonista, el despertar de los sentidos, en superficies de placer que apenas tapan las violentas turbulencias. Un clima siniestro y perturbador que saca lo mejor de Nicole Kidman, Matthew Goode y especialmente Mia Wasikowska.