La locura según Park Chan-wook
Si existía el más mínimo temor de que Park Chan-wook sufriera algún cambio severo de estilo en su primera película hablada en inglés me congratulo en aseverar que no ha sucedido de ninguna forma. Lazos Perversos puede ser menos violenta que su trilogía de la venganza pero la imaginación cruel y mórbida del surcoreano se mantiene intacta como en sus mejores trabajos. Nada sorprendente viniendo de un artista que, de acuerdo a sus declaraciones, es incapaz de conciliar el sueño por las noches sin antes imaginar la tortura más elaborada que se le ocurra. Cuando lo consigue se echa en los brazos de Morfeo con una sonrisa pintada en los labios. Viendo Lazos Perversos semejante pensamiento se condice con el tono y la temática de este thriller pertubador pero coherente con sus antecedentes. Lo que en verdad genera sorpresa es el nombre del guionista primerizo: ni más ni menos que el actor Wentworth Miller, el Michael Scofield de la serie Prison Break. Dadas su exiguas dotes interpretativas es casi una obviedad augurarle más futuro como escritor.
En el 2010 se dio a conocer en Hollywood una Lista Negra con 10 guiones de muy buen nivel que por diversas razones no lograban ser financiados. El de Miller era uno de ellos. Para remediarlo entraron en escena los hermanos Scott, Ridley y Tony, que con su productora Free Scott se hicieron cargo del proyecto y lograron el enorme mérito de convocar a Park Chan-wook para que lo dirija. No es de extrañar que el guión de Lazos Perversos pasara de mano en mano: no es material para cualquier director. La aridez de sus personajes, el clima alucinatorio y misterioso que los contiene y el trasfondo donde se cuecen a fuego lento elementos sexuales y psicológicos muy marcados, demandaban a gritos un talento anómalo para llevarlo a cabo. Quienes hayan visto Oldboy - Cinco días para vengarse (2003) o Sympathy for Lady Vengeance (2005) saben que Park Chan-wook lo tiene. Y ni siquiera su dificultad para comunicarse con los actores –ya que el hombre no habla inglés- ha impedido que su mano maestra amplifique al máximo las bondades del libreto y extraiga soberbias actuaciones de sus tres intérpretes principales: Mia Wasikowska, Matthew Goode y Nicole Kidman.
¿De qué va la historia de Lazos Perversos? Digamos que es como una versión libre La Sombra de una Duda (1943), de Sir Alfred Hitchcock. El mismo Miller así lo ha reconocido. En ambos filmes tenemos a un tío seductor y canchero que cae de visita a la familia y demuestra un interés peculiar por una sobrina que gradualmente comienza a sospechar que tras su fachada de bondadoso bon vivant se esconde un psicópata extremadamente peligroso. Como es lógico hay diferencias entre ambos filmes. En Lazos Perversos el personaje de la sobrina, encarnado por Mia Wasikowska, expone tanta o más locura que el tío Charlie (Matthew Goode) siendo la tercera en discordia, la madre de la adolescente India, el vértice más “normal” del triángulo. Este último rol, nada sencillo por cierto, posibilita una de las más destacadas actuaciones en la carrera de Nicole Kidman a quien el sensacional director de fotografía Chung Chung-hoon le dedica algunos primeros planos tan bellos como exigentes en términos actorales. Pese a la pérdida de expresividad por el bótox la Kidman responde con creces a lo que se espera de ella.
Tras el fallecimiento de Richard Stoker (Dermot Mulroney) en un enigmático accidente, su viuda e hija se quedan solas en el caserón aislado de la familia. Al lugar llega Charlie para acompañar a su cuñada y sobrina en tan difícil momento y muy pronto empieza un enfermizo juego de seducción con una y otra. La connotación sexual es muy explícita pero aún así Park Chan-wook recarga de simbolismos el relato con una audacia a la altura de un artista de su calibre. La trama es mínima y está narrada con algunos flashbacks que ayudan a armar el rompecabezas planteado por Miller. No todo lo que sucede es creíble ni verosímil pero la atmósfera demencial y la nula condescendencia hacia el espectador redimen cualquier debilidad. Como siempre sucede en las obras de este realizador es sobresaliente el trabajo conjunto de fotografía, arte, vestuario, montaje y música. Lazos Perversos es un Park Chan-wook cerebral y 100% disfrutable que no desentona con el resto de su maravillosa filmografía. Un debut hollywoodense grandioso y acaso inesperado, además de una despedida magnífica para Tony Scott que aquí concretó su última producción.