Mi tío de América
Más que logrado debut del realizador de “Oldboy” en Hollywood.
Para aquellos que conocen el cine del surcoreano Chan wook-Park, la primera media hora de Lazos perversos puede resultarles de lo más extraño que hayan visto del realizador amado por Quentin Tarantino. No porque el director de Oldboy no sea tan detallista como siempre, sino porque en el filme los trazos de la tragedia, el temor que sabe infundir y el regodeo con la violencia no aparecen de entrada en su primer filme rodado para Hollywood.
Todo llegará.
Para comenzar, el director llamó a Nicole Kidman y a Mia Wasikowska para cubrir los roles femeninos principales, la viuda y la hija de Richard, quien apareció calcinado en su auto. Kidman desde que se operó no es la misma, ni por fuera ni a la hora de elegir los roles que interpretará. Y la segunda palabra del título del filme da una idea de para dónde está apuntando la ex de Tom Cruise.
El caso de Wasikowska es especial. Está prácticamente irreconocible, pero no por cirugías, sino porque, al margen de tener el cabello teñido de oscuro, la Alicia de Alica en el País de las maravillas se dispuso a jugar su papel en una cuerda muy alejada a lo que había hecho anteriormente.
La trama comienza a moverse con la llegada del tío Charles al sepelio de su hermano en la casona. la joven India, que no sabía de su existencia, trata de huirle, como quien husmea que su presencia le molesta. O le molestará. La cámara se mueve en círculos en alguna presentación, y da la idea de acoso, de persecución. De caza.
El rol que Charles jugará en la casona -enorme, por otra parte- comienza a abrir ventanas al espectador sobre la veracidad de lo que se dice. Charles estuvo en Europa, algo que al oírlo le parece extraño a una tía abuela. Cada uno sabe lo que tiene escondido en el ropero, pero también puede haber quien desee conservar sus cosas en el freezer...
Lazos perversos podría pasarse de manera obligatoria en las escuelas de cine, como clase magistral de construcción de un relato, con personajes que saben más que otros, con ese juego en el que el espectador sabe más que H, pero menos que B, y que desconfía de todos. Y lo bien que hace.
Kidman ha sido fría y distante en mucha realizaciones, pero cuando ha estado mejor no ha sido precisamente en esos papeles. El inglés Matthew Goode (Sólo un hombre, Watchmen, casi fue descubierto por Woody Allen en Match Pont) tiene a favor no sólo ser el único hombre en un elenco con preminencia femenina, sino que es camaleónico.
Chan wook-Park sabe lo que hace, evidentemente conociendo a qué público iba destinada su película por encargo. Empieza a construir un relato apto para hollywoodenses, para luego darle el twist, el giro que descoloca.
Estén avisados.