La estética de los secretos
India (Mia Wasikowska) vive en una bucólica y alejada mansión, con su papá (Dermot Mulroney) y su mamá (Nicole Kidman). Son una familia adinerada, su vida es sofisticada, en la casa todos tocan el piano, hablan idiomas, saben de ópera. Parecen aislados del mundo, India usa vestidos que parecen de los años 40, al igual que los zapatos, que su padre le regala cada cumpleaños.
El día en que India cumple 18 años su padre muere en un accidente, y esa esfera en la que viven se ve invadida de invitados que asisten al funeral, de los que India se esconde, ya que es introvertida, y no le gusta que la toquen. Entre los invitados se encuentra el hermano de su padre, Charlie (Matthew Goode), un tío del que tanto la madre como la hija poco sabían. Maravillada por ese tío sofisticado que viene de lejos, la madre de India lo invita a quedarse unos días.
El tío Charlie parece obsesionado con India, pero es demasiado educado para demostrarlo, se acerca de a poco, la sigue, la envuelve, hasta que algo hace contacto entre ellos, y despierta en India instintos y sentimientos que hasta el momento parecían dormidos.
Desde que Charlie llega a la casa, suceden cosas extrañas, es un personaje sumamente enigmático, y sabemos que en algún momento se va a revelar un secreto, porque básicamente es una historia de misterio, un thriller clásico, pero lo que hace la diferencia en esta película es la estética, la construcción de cada escena, el fundido de imágenes del pasado del presente y del futuro, las imágenes reales se mezclan con las oníricas; así podemos comprender lo que hay fuera y dentro de cada personaje.
Las escenas tienen una estética detallista; hasta la paleta de color es perfecta, incluso en escenas en exterior, todo es tan delicado que por momentos parecen obras de Edgar Whopper, mezcladas con efectos digitales casi imperceptibles. Esa estética tan delicada como soberbia, logra incluso que las escenas más sangrientas o crueles se disfruten visualmente.
Las actuaciones son correctísimas, y Mia Wasikowska le da a su personaje todo el misterio y la profundidad necesarios para lograr una gran interpretación.
El director Chan-Wook Park -que ya se había destacado con "Old Boy"- construye un thriller impecable, que atrapa desde el primer minuto, sin los típicos recursos del género, como excesivas escenas de acción o de impacto, sino desde personajes profundos, llenos de secretos que se desenvuelven en una atmósfera donde hasta las paredes parecen respirar misterio.