Simpática historia de un adolescente
La historia es simple: un chico de ciudad chica debe mudarse a la gran ciudad con su familia. Nuevo hogar, nuevo barrio, nueva escuela. Y en la escuela, nuevos amigos. Ahí está el problema: ¿cómo hacer nuevos amigos? El pibe es tímido, lo pueden tomar de pajuerano, algunos lo verduguean un poco, pero otros lo ven con simpatía. Capaz que hay hasta una noviecita en ciernes. El asunto es saber elegir.
Por ahí va el proceso, de modo natural, y del mismo modo llega la moraleja. Todo se ve bastante reconocible, fresco y muy simpático. De veras es una obra simpática, con momentos graciosos y también de los otros, para que el público piense y recuerde alguna cosita. Para mejor, no hay estridencias, ni chistes demasiado ordinarios, ni otras molestias y degradaciones habituales en el subgénero de cine de adolescentes. Y como si esto fuera poco, los chicos actúan que da gusto, seguramente porque el director de la película ha sabido manejarlos.
Ese director es un debutante, pero lleva años ejerciendo de actor. Se llama Rudi Rosenberg y acá apenas lo hemos visto en una que se dio en Alianza Francesa, "Le tango des Rashevski". Conviene anotar su nombre. Su comedia quiere recuperar el estilo de Pascal Thomas, de Michel Lang, de esos hombres que supieron pintar la adolescencia y la preadolescencia allá por los 70, y después quedaron relegados.