Desde Irlanda, con amor
No es novedad a estas alturas las enormes dificultades que ha mostrado la comedia romántica para entregar productos acordes a la tradición de su historia. Historia que marco films de la talla de Lo que sucedió aquella noche (It Happened one Night, 1934) de Frank Capra, un icono de la screwball comedy que Año Bisiesto (Leap Year, 2010) indudablemente referencia. Con matices variados a otras historias similares ya contadas en innumerables ocasiones, el realizador Anand Tucker recurre a la conocida y efectiva, pero cuestionada formula.
Estamos en presencia de una comedia romántica cuyo punto de partida se encuentra en una antigua leyenda proveniente de Irlanda. Una joven muchacha de Boston viaja hacia el Viejo Continente para pedirle matrimonio a su novio, un día 29 de febrero del año bisiesto, tal como lo indica la ancestral tradición irlandesa. Sin embargo, una serie de eventos fortuitos cambiaran rotundamente sus planes.
Contraponiendo el estilo de vida rural con la vorágine urbana, el film se enmarca en las transitadas y repetidas convenciones genéricas. En un ámbito donde la superstición y las creencias populares intentan adornar un pasaje de comedia bastante llano y poco innovador, cuya premisa –la proposición matrimonial- parte de un punto de por si absurdo. Con tendencias un tanto maniqueas, el film pretende mostrar un choque de culturas e idiosincrasia entre la cosmpolita esencia americana y la simple bonhomía irlandesa.
Con pasajes mas anecdóticos que relevantes, la trama se abre camino sin demasiado encanto y con una sensación persistente de querer forzar los acontecimientos. Algo de humor ácido pretende hacer despertar a esta inesperada road movie de a ratos, pero la continua recurrencia a clichés del genero termina por empantanar esta propuesta en un mero intento fallido. Sin contar a la fabulosa y prometedora Amy Adams, el film es endeble por donde se lo mire.
Como una heroica aventura femenina -como una epopeya de prueba de amor verdadero- el film intenta hacer una fábula de la joven princesa emprendiendo su travesía de espíritu romántico y amor idealista. Una visión que se torna manipuladora y que esconde, camufla -y en ultimo termino justifica- la infidelidad, como un autoengaño que se retroalimenta en la idea del destino. De todas maneras, el final de esta historia se adivinaba desde los títulos iniciales.