Dirigida por el popular actor de telenovelas Arnaldo André, "Lectura según Justino", es una drama apacible, semi autobiográfico, sobre la niñez del director, con algunos aciertos técnicos, una revelación actoral infantil, y un planteo ideológico algo cuestionable. Alguien dijo alguna vez, sino sabés de qué escribir, escribí de vos mismo.
No sabemos si Arnaldo André habrá pasado por ese bloqueo creativo, lo cierto es que para su debut como director y guionista, decidió recrear ficcionalmente parte de su infancia en el país vecino de Paraguay. Es lógico que uno tenga recuerdos entrañables de su propia infancia, y es así como el Paraguay que presenta Lectura según Justino se ve tan apacible como idílico, aunque el contexto nos haga pensar que quizás no haya sido tan así.
Entendemos, ante los ojos de un niño todo es inocencia. La historia de sitúa en el pequeño pueblo de San Bernardino, limítrofe con Argentina.
Allí se ha instalado una colonia alemana en épocas de la post guerra, 1955 para ser exactos. Allí vive Justino (Diego Gonzales), el Arnaldo André ficcional, junto a su numerosa familia que la pelea día a día para sacar a sus hijos adelante. Justino acaba de perder a su padre, y su madre (una excelente labor de María Laura Cali), le dice que de ahora en más, él será el hombre de la casa, siendo apenas un niño.
La mujer quiere lo mejor para él, y es por eso que decide cambiarlo de colegio y enviarlo a un liceo alemán haciendo el mayor de los esfuerzos. Fuera del horario escolar, Justino colabora en su casa siendo el ayudante de cartero del pueblo.
"Lectura según Justino" se divide claramente en dos tramos. Por un lado, pinta un fresco muy naturalista y amable de la vida por esos años en San Bernardino. Con las mujeres como presencia fuerte, por lo menos en la vida de Justino (¿será por eso que luego el Justino real se convertiría en galán de telenovelas?), y el proselitismo proveniente de Argentina con una vista ambígua. Justino está rodeado por su madre, sus tías, sus vecinas, y todas de alguna manera son la presencia fuerte que guía el hogar y forman a sus hijos.
Largas secuencias de ellas lavando la ropa a orillas del río, dando consejos mientras cocinan, u ocultado sus penas.
Claro, esto no es "Dolor y gloria" de Almodóvar ni intenta serlo, André busca hacer una evocación más simple sin anclajes en el presente ni sublecturas profundas. También es el comienzo de un despertar sexual, o interés en el sexo opuesto para Justino; quien comienza interesándose con la única compañerita que lo acepta de entrada en el nuevo colegio.
Casi que de inmediato la considera su novia sin siquiera haberse besado. Pero comienza a tomar fuerza otra figura, la señorita de lengua y literatura Ulla (Julieta Cardinali). Es posible que André no haya sabido cómo seguir con el relato de su infancia, y así, casi a mitad del film, introduce una historia en donde Ulla (de la que Justino se irá tiernamente enamorando) les pide como tarea traer un texto en alemán, y Justino los consigue en forma de poemas escritos en puño y letra por Joschka (Mike Amigorena) vecino del pueblo, refugiado nazi.
Hay una historia de amor entre Ulla y Joschka, y Justino, voluntaria o involuntariamente se convertirá en el mensajero. Este segundo tramo del film quizás sea el más problemático. Desde "Espérame mucho" a "Malena", pasando por "Cinema Paradiso", hay muchas películas volcadas a una evocación histórica desde la infancia, la mayoría con impronta de neorrealismo italiano, algo de lo que "Lectura según Justino" intenta beber a su modo.
Pero se hace difícil dejar pasar algunas cuestiones, como mínimo, llamativas. La historia de lectura según Justino se ubica en un contexto de colonias de refugiados nazis, una dictadura militar atroz en Paraguay como la de Alfredo Stroessner, y Perón en Argentina a punto de sufrir el bombardeo a Plaza de Mayo y posterior derrocamiento por la mal llamada Revolución Libertadora. De todo esto, el film hace una lectura (valga la redundancia) un poco superficial, tratando de eludir lo más posible aunque se vuelque de lleno en el centro de su historia, y hasta quizás dando un visto bueno.
A Joschka se evita mostrarlo con excesiva parafernalia nazi, aunque por si no queda claro en el film, el afiche con una edición cuestionable aclara cualquier duda. A Stroessner se lo menciona poco, hay alguna lectura sobre los trabajadores explotados, pero nada muy incisivo.
En la pata argentina, Edgardo Moreira compone a un peluquero argentino que vive en San Bernardino, peronista con cierto aire de chanta que colabora con un intendente con pocas luces, y reparte el proselitismo encubierto en ayuda social. Con un pie adentro y otro afuera, Lectura según Justino critica, aunque lo hace por detrás y en forma de burla amable. Por el resto se trata de un film tranquilo, que no llega a atrapar, aunque tampoco aburre en gran medida.
André sabe cómo hacer para que esas escenas de las rutinas trabajadoras se fortalezcan con diálogos potentes, si bien algo clichés. La historia de amor entre Ulla y el refugiado nunca a llegar a tomar la fuerza necesaria, se siente impostada, y ninguno de los dos llega a conmovernos. En los secundarios y en los actores infantiles, "Lectura según Justino" encuentra su fuerza interpretativa.
María Laura Cali, Moreira, y las pequeñas participaciones de Loren Acuña y Lali Gonzales se muestran con mucha frescura y solidez. El niño Diego Gonzales tiene la difícil labor de cargarse el film al hombro y se muestra con llamativa madurez. Julieta Cardinali, y sobre todo Mike Amigorena, están por debajo del resto, no amoldándose a lo que se solicita, con performances bajas.
Filmada en un tono sepia adecuado, y con una banda sonora que arropa (aunque a veces es algo invasiva y subrayada); "Lectura según Justino" parte de un buen punto y se va perdiendo en trayectos que la desinflan y la llevan hacia zonas demasiado grises.