El mensajero del amor.
Lectura según Justino es la opera prima de Arnaldo André, una coproducción entre Paraguay y Argentina estrenada en el 2013 que llega a nuestro país con seis años de retraso. El protagonista de esta historia es el en ese entonces adolescente Diego González, y lo acompaña un elenco conformado por Mike Amigorena, Julieta Cardinali, Celso Franco, Edgardo Moreira, Lali González, Javier Morga y Martín Sochi entre otros.
La historia, escrita por Arnaldo André junto con Gustavo Cabaña, transcurre en el pueblo de San Bernardino una colonia alemana ubicada en Paraguay, en 1955, durante el gobierno del general Alfredo Stroessner, dato fundamental para entender el contexto en el que transcurre. Y es allí donde el joven Justino se convierte sin darse cuenta en el mensajero de cartas de amor entre Ulla (Julieta Cardinali), su maestra de alemán, y Joschka (Mike Amigorena), un misterioso vecino. Además, a la manera del cine clásico italiano, vamos conociendo a los diferentes vecinos del lugar y sus respectivas historias, en una serie de tramas secundarias que retratan la vida cotidiana del pueblo, con una gran variedad de personajes pintorescos.
Lo primero que vale la pena destacar es la influencia del cine italiano, ya que en la relación entre Justino y su maestra Ulla recuerda a la de la película Malena, de Giuseppe Tornatore, por dar solamente un ejemplo. Esto trae como consecuencia esta visión nostálgica de la infancia plasmada en la puesta en escena con una fotografía compuesta de tonos cálidos donde la violencia queda fuera de campo.
Pero el problema principal de Lectura según Justino es que las tramas secundarias se deslucen, a pesar de contar con personajes interesantes. Porque estas aparecen de forma desordenada, haciendo que la trama principal pierda peso dramático o dejando inconclusas algunas de ellas, en las que se podría haber ahondado en la relación entre su protagonista con sus familiares y amigos.
En conclusión, Lectura según Justino refleja con nostalgia el lugar donde transcurrió la infancia de su director con una propuesta estética que recuerda al cine de Lucrecia Martel. Y para ello usa como excusa una historia de amor que le otorga una trama principal, que se diluye de forma desordenada junto con varias subtramas, lo que dispersa la narración. Pero también demuestra el enorme potencial que tiene Arnaldo André como director, quien en el futuro puede llegar a hacer películas todavía más interesantes.