Dentro de la mansedumbre habitual, donde los tiempos son otros, muchos más calmos, la histeria y la inmediatez prácticamente no existe, y el viento sopla intensamente, acompañado por el duro clima patagónico, que curten las pieles prematuramente de los sacrificados hombres de mar, se desarrolla este documental del director Gastón Klingenfeld, rodado en la ciudad de Rawson, provincia de Chubut, más precisamente en el puerto y dentro del barco pesquero “Pica 1°”, que es el más viejo de la flota ya que fue construido en 1947 y todavía lo usan.
La historia se centra en Juan Iglesias, un antiguo pescador, con más de 60 años navegando los mares del atlántico sur, que continúa ejerciendo la pesca artesanal y, junto a sus hijos, se sigue subiendo a ese histórico barco para dejar un legado.
La película abarca no sólo las tareas de pesca, sino también la vida dentro del puerto, a los trabajos de los pescadores en tierra firme cuando tienen que descargar lo recolectado, especialmente langostinos, y prepararlos para su comercialización.
La intimidad portuaria es un tema poco transitado y explorado por el ciudadano común, por lo que es una buena manera de apreciar todas las dificultades que conlleva realizar esa dura actividad, complicada aún más por las condiciones meteorológicas siempre hostiles y cambiantes en esa parte del país.
Por otro lado, el director se acerca a las mujeres que se quedan esperando a que sus hombres regresen a casa, tanto sean hijos, padres, hermanos o maridos, porque ellas viven esos días en continua angustia ya que todos saben que la navegación es muy peligrosa, y los accidentes son comunes y, aunque sean veteranos y experimentados, nadie está exento.
El mar provee alimentos pero también se lleva vidas, los pescadores están acostumbrados a lidiar durante toda su existencia con esa cuestión. La respetan, pero no le temen.
Este documental, narrado en forma clásica, logra generar climas para que los entrevistados se suelten y hablen como si no tuvieran una cámara adelante, mientras desarrollan sus tareas, a lo que se suma la excelente fotografía, con planos generales de los pequeños barcos navegando las frías aguas, contrastando a la rudeza del trabajo portuario, logrando la admiración hacia estos personajes. Tal vez lo más molesto es la música elegida como fondo de las imágenes, pues no respeta el sentido que se le quiere dar al film, ni tampoco es acorde a la zona tranquila y monótona donde transcurre el relato.