Criaturas no tan celestiales
Vienen del Más Allá... con propósitos violentos.
Puede una película tener una primera mitad muy interesante y luego irse cuesta abajo sin retorno? ¿Y cómo se la juzga? ¿Por sus muy buenos primeros 50 minutos o por sus muy flojos últimos 45? De hecho, es algo bastante normal y habitual en el cine estadounidense, especialmente en los últimos años: crear una trama interesante y potencialmente atrapante, y luego tirarla a la basura y reemplazarla por interminables y confusas secuencias de acción regadas de efectos especiales.
Digamos que Legión de ángeles empieza con el modelo de clásicos como Asalto al Precinto 13 , de John Carpenter (o la anterior Río Bravo , de Howard Hawks), y la mezcla con una suerte de Terminator místico/religioso. Y bien en plan Clase B.
El asunto arranca cuando un ángel (Paul Bettany) cae del cielo, roba unas armas y mata a unas personas. De ahí pasamos a un restaurante en medio del desierto de Mojave y a las vidas de los que están allí: el dueño (Dennis Quaid), su hijo, una familia que ha parado allí a comer, un hombre divorciado que acaba de detenerse en el lugar, el cocinero y la chica que atiende, que está embarazada.
De a poco las historias se conectarán. Aparecerá una anciana escapada de El exorcista llevando tensión al grupo. Luego serán invadidos por una plaga de moscas. Y enseguida, nuestro ángel caído aparecerá allí con sus armas. ¿Qué busca? ¿Viene a atacarlos o a defenderlos? ¿Y qué es esa horda de personas que vienen llegando con cara de pocos amigos? Esa primera mitad, de tensión creciente, de encierro y amenaza, es lo mejor de la película. Pero luego empiezan las explicaciones (que no conviene adelantar aquí, pero que apuntan por el lado de “la ira de Dios”, tema que hizo que muchos grupos cristianos boicotearan el filme), los diálogos pomposos y, finalmente, los combates a mansalva, con cuerpos despedazados y una inercia narrativa que lleva al filme, sin muchas variantes, a previsible destino.
La sensación final, claro, no es demasiado agradable. Uno siente que se echó a perder una de esas películas potencialmente nobles que a veces se cuelan en el mainstream hollywoodense, obligada a ceder a la grandilocuencia digital que hoy se les exige a todos estos productos. Una lástima.