El ángel exterminador
La propuesta inicial pinta interesante, alguna idea más o menos original y algunas que no lo son tanto pero que están bien sustraídas y dispuestas. Dios, harto una vez más de esta humanidad desobediente y descontrolada, da comienzo al largamente anunciado Apocalipsis, y con furia vengadora envía a sus legiones de ángeles, que ya nada tienen de protectores o de la guarda, a acabar de una vez por todas con la especie. Esos se servirán, además, de humanos poseídos, con poderes sobrenaturales e instintos asesinos. Pero uno de su ángeles principales, Michael (presumiblemente el Arcángel Miguel, jefe de los ejércitos celestiales) se apiada de la humanidad, que está falladita sí, pero tiene sus cosas buenas, y rechazando la obediencia debida decide cambiar de bando y proteger a un niño por nacer cuyo destino, si vive, será el de redimir a la humanidad, y cuya cuna, como corresponde a un buen mesías, está bien complicada, siendo hijo de una joven madre soltera con un trabajo miserable como camarera en una estación de servicio-bar perdida en medio del desierto. Los ángeles obedientes, cuyo líder es Gabriel (otro de los principales arcángeles), ansioso por obedecer y complacer al padre todopoderoso, trataran de frustrar el nacimiento y ese destino salvador, sitiando la estación de servicio donde la joven a punto de parir y un puñado de sobrevivientes deberán resistir.
La parte no tan original toma algo prestado de Terminator (hasta la caída de Michael en la ciudad parece tomada del inicio del film de Cameron), algún elemento de western, algo de film de zombies, y un tono que parece sacado de algún comic sucio y violento de la línea Vertigo (Preacher, por ejemplo). Toda esa mezcolanza funciona bastante bien la primera parte del film. Cerca de la mitad, ya bien planteado el escenario, Michael le anuncia a los sobrevivientes asediados que a partir de ahí tendrán que aguantar hasta el inminente nacimiento del niño. Pero, claro, también hay que ver si la película es a su vez capaz de aguantar el interés. Y lo cierto es que… no llega. Ahí nomás todo se aplasta y llegan las sentencias pomposas de Michael sobre su fe en la humanidad, las confesiones de vocación conmovedora y los intentos forzados de redención de esos personajes que son todos un desastre en sus vidas pero que algo bueno en el fondo tienen.
El rumbo, que venía bastante bien encaminado, se pierde al punto de que uno, por más buena voluntad que le ponga, ya no se puede tomarse el relato en serio. Aún cuando se acepte que un ángel, criatura de origen divino, tenga los métodos y los modales de Rambo o el ya mencionado Terminator y resuelva cualquier asunto sin apelar a otro poder que su habilidad con los fierros, es bastante absurdo y trivial que el enfrentamiento con el arcángel Gabriel se resuelva punta de metralleta como contra cualquier monstruo cualunque haciendo que cualquier pretensión épica se vaya al demonio. Acá jugábamos con fuerzas sobrenaturales y que el Apocalipsis se resuelva metiendo bala es un poco decepcionante. Así no hay mística que aguante…