Eduardo (Alfonso Tort) huyó de la vida de pueblo para hundirse en el anonimato de la gran ciudad y dedicarse a su trabajo como fiscal. Separado de su mujer, con una relación complicada con su hija adolescente, su presente no parece ser mucho mejor que ese pasado que eligió dejar atrás. Y va a complicarse aún más cuando una serie de extraños asesinatos lo obligue a volver al pueblo para colaborar con la investigación que lleva adelante Ramiro Sartori (Javier Drolas) un viejo amigo, ahora convertido en el comisario a quien se le encargo la investigación, tratar de resolver el caso y también se ha convertido en el marido de Paula (Violeta Urtizberea), dato no menor. Ese reencuentro supondrá una recuperación de los lazos afectivos, de trabajar sobre el abandono, de hecho hay una insinuación de un pasado entre Paula y Eduardo, pero se queda ahí. El filme se construye a partir de esas dos tramas, la investigación y las relaciones afectivas. Su retorno al pueblo instala la deuda afectiva que dejo atrás, sumado a su necesidad de recomponer la relación con su hija. La investigación supone encontrar al asesino de las dos jóvenes amigas