El héroe de las mil piezas
El Batman psicodélico de Adam West, el Batman burtonesco de Keaton, el postmoderno del tándem Nolan/Bale, el Batfleck de Snyder… podrá sonar exagerado pero, de cierta forma, hay tantos Batmans como espectadores de cine. Entonces, ¿qué podemos esperar de un Batman en clave LEGO?
Tras un cameo ampliamente celebrado en La Gran Aventura LEGO (The Lego Movie, 2014), el justiciero encapotado de Ciudad Gótica pone su nombre en lo más alto de la marquesina protagonizando su propio spin-off: LEGO Batman: La Película (The LEGO Batman Movie, 2017). En esta ocasión, la dupla de directores de la entrega anterior -Phil Lord y Christopher Miller- ceden la silla a Chris McKay, un hombre que supo hacer sus pinitos en un hito moderno de la comedia adulta animada, Robot Chicken (2005).
El sexteto de guionistas entrega una historia dinámica con múltiples líneas de lectura, que van desde el puro entretenimiento y la diversión hasta tópicos más profundos como la conformación del núcleo familiar y la complejidad innata del comportamiento humano. Esta lectura con variedad de matices tiene lugar dentro de una historia en la que el Caballero Oscuro debe detener el más reciente y malvado plan de su archienemigo el Guasón, mientras se adapta al tutelaje inesperado de Dick Grayson, quien a posteriori se transformará en su clásico sidekick mejor conocido como Robin. Y listo, adentrarse en mayores detalles podría arruinar la diversión.
El despliegue visual esta a la altura de su antecesora: un festival de colores y ese estilo particular de animación que podríamos definir como un stop motion 2.0. Todos somos conscientes que es CGI de principio a fin, pero generado de manera tal que busca emular la animación cuadro por cuadro. Las secuencias de acción respetan el espíritu elemental de aquello que significa jugar con LEGOS: armarlos, desarmarlos, desparramarlos por el piso y combinarlos de formas insospechadas, con la imaginación como único límite.
De más está decir que sería agotador sostener 104 minutos de película apoyándose sólo en colores rimbombantes y despliegue de acción. Por eso, en medio de este festín para los ojos tenemos una historia que sutilmente presenta un costado de Batman no tan explorado en el cine: su compleja psicología, su perfil de justiciero solitario despojado de afecto, aquel que bajo su traje esconde mucho más que a un huérfano millonario con una infancia traumática.
Este estudio profundo del personaje acompaña el costado más sensible del relato, que a pesar de estar sumamente logrado queda un escalón por debajo de la profundidad emotiva de La Gran Aventura LEGO. Y algunos números musicales extra no hubiesen estado mal, considerando lo bien que funcionaron previamente (todos vamos a seguir tarareando “Everything Is Awesome” hasta el final de nuestros días, ¿no?)
Rompiendo constantemente la cuarta pared y referenciando en tono autoparódico las previas encarnaciones del murciélago, LEGO Batman: La Película es una feliz excepción dentro del mundo de las secuelas y spin-offs, demostrando que un concepto interesante puede permitirse una extensión y jugar un ratito más antes de guardar todo en la caja.