Un melodrama desolador, producto del capitalismo
Desde su ópera prima Xiao Wu (una de las revelaciones del Bafici de 1999), Jia Zhang-ke se convirtió en el director más audaz, contestatario y brillante del cine chino. Casi 17 años después de aquel debut se estrena en los cines argentinos su octavo largometraje de ficción, Lejos de ella, que es también el más ambicioso de su carrera.
El realizador de Platform, The World, Naturaleza muerta y Un toque de violencia dividió esta saga familiar en tres episodios ambientados en el pasado (1999), en el presente y en el futuro (la Australia de 2025), para un desolador melodrama en el que trabaja sobre varios de los temas-eje de toda su filmografía: el enriquecimiento de un sector de la población, con la llegada del capitalismo y la globalización, pero también la creciente diferencia de clases, las contradicciones entre tradición y modernidad, y la progresiva pérdida de la identidad, que -en el caso de los más jóvenes que deciden emigrar- llega incluso a la propia lengua.
Cada historia ofrece su propio formato de pantalla y un estilo visual diferente. Las dos primeras partes -ambas notables- tienen que ver con la euforia y la codicia propias del progreso, pero también con ciertos valores que van corrompiendo el tejido social.
El epílogo en inglés (sobre la deshumanización, producto de la riqueza y el exilio) no resulta demasiado inspirado y muestra al director, por primera vez en su cine, al borde de lo caricaturesco, pero, sobre todo, en sus dos primeros tercios, la melancólica, pesimista y desgarradora Lejos de ella (que tiene en la actriz Zhao Tao a una brillante protagonista) nunca deja de ser una lúcida mirada a ese misterio siempre fascinante que es China.