Multipremiada en festivales alrededor del mundo, llega desde China el último film de Jia Zhangke. Tres historias sobre amor en tiempos de neocolonialismo.
Con ánimo de aburrir
A veces sospecho que se debería inventar un género para aquellas películas exhibidas únicamente para el deleite de críticos y organizadores que asisten a festivales internacionales gratuitamente. Incluso, si no fuera tan feo adjetivo, podríamos llamarlas “festivaleras” o “acreditadas”. En fin, si yo viajara gratis por el mundo para ver películas ya tendría vista toda la filmografía de Jia Zhangke y diría algo pseudo-snob sobre lo IMPRESCINDIBLE que se ha convertido este cineasta para el panorama del cine actual. Pero no, para mi desgracia no viajo gratis por el mundo y no tengo vista la obra de este director, y estoy bastante seguro de que tampoco voy a empezar a verla en un futuro próximo. ¿Por qué? porque Lejos de ella es un ejercicio de poesía impostada para el mismo público de siempre.
Go West
El film cuenta tres historias en espacios temporales diferentes pero emparentadas por el linaje de los personajes. La primera de ellas se ubica temporalmente en 1999, el siglo XXI está ahí nomás y China paulatinamente empieza a abrir las puertas al capitalismo. En este contexto tenemos un triángulo amoroso entre Tao, una simpática cantante; Liangzi, un minero y Zhang, empleador del anterior y pequeño burgués entusiasmado con los nuevos beneficios de la Mano Invisible. Este segmento de 45 minutos – recién en ese minuto aparecen los créditos iniciales – equilibra humor, romance, drama y hasta un musical dentro de una narración clásica donde nunca se pierde el eje conceptual de lo que se quiere contar. No es sólo Tao la que se encuentra atrapada entre los dos mundos que representan sus amigos y amantes, sino que todos los personajes están de alguna u otra manera permeados por fenómenos sociopolíticos que no pueden controlar.
El segundo relato se sitúa 15 años después, allí nos encontramos con una Tao madura y el conflicto emocional se traslada a su relación con su hijo pre-adolescente – spoiler (?) -. Aquí la cinta empieza a desbarrancar y no crea suficiente sustento argumental ni para establecer un segmento autónomo, ni para atar los cabos de la historia previa. Lo mismo sucede exponencialmente en un tercer segmento futurista donde el contexto cambia y estamos en la Australia del año 2025. Dollar, el hijo de Tao, estudia en dicho país y ha perdido su idioma natal así como buena parte de su herencia cultural. Sus primeros pasos en la adultez lo llevan a replantearse su frío vínculo con su madre mientras comienza una relación con una mujer mayor. Durante estos minutos se hace mayor hincapié en las consecuencias del poscolonialismo y el director aventura una teoría no tan descabellada sobre un futuro cercano. Aunque interesante en algunos aspectos, este último tramo falla en desarrollar ciertas ideas que sólo atina a vislumbrar tímidamente.
Zhangke se toma su tiempo para narrar, demasiado tiempo diría. La elección del encuadre, las transiciones, la música, todo parece estratégicamente planeado para decir “que lindo”, “que poético”, “que profundo”; pero es una estética vacía pensada puramente para una contemplación independiente a los acontecimientos de la trama. Incluso el humor con el que inicia el film es enterrado bajo un halo de solemnidad exagerado. Todo esto termina por fulminar un argumento con algunas propuestas interesantes. Es decir: me aburrió, queda mal decirlo pero no los voy a engañar, y no me vengan con que no es la acepción occidental del cine: hasta la película deja en claro que no existen culturas impolutas de occidente.
Conclusión
Lejos de ella es un cúmulo de conceptos superficiales con aires de superación artística. Un envase estilizado sin coherencia y con demasiados cabos sueltos.