Borrador de un personaje gigantesco
León Najnudel es uno de los grandes personajes de la historia del deporte argentino. Su figura es emblemática, fue una gran entrenador -capaz de lograr títulos en España con un equipo chico como el Zaragoza- pero además un estratega absoluto fuera de las canchas a partir de una mirada amplia y compleja sobre la actividad que lo apasionaba: el básquetbol. Gracias a él y a una lucha persistente que le devoró gran parte de su corta vida (murió a los 56, víctima de leucemia) es que el básquetbol en Argentina dejó de ser una suma de voluntades individualistas y se convirtió en uno de los deportes más federales, gracias al ensamblaje de la Liga Nacional. Ese personaje, demasiado grande para los ajustados 70 minutos que dura este documental de José Glusman, se merecía la masividad de la mirada que aporta el cine.
Antes que nada, es bueno sincerarse. Quien suscribe es también un seguidor de la Liga Nacional, y tal vez por eso el documental haya impactado de una forma más positiva e, incluso, emocional: voy a la cancha desde 1990 y soy de esos a los que la Generación Dorada no lo tomó por sorpresa. Es que se trató de la cima perfecta de varios años de ardua competencia que terminó por formar un grupo de jugadores extraordinarios. Logro, claro está, que sin la presencia del gigantesco Najnudel nunca hubiera sucedido. Glusman arranca su documental con el éxito de la medalla olímpica, como una demostración de cuáles son los objetivos intangibles que persiguen Quijotes como estos. Tras eso, se va descubriendo el personaje.
Najnudel es increíble. Los testimonios de jugadores, amigos y colaboradores (de Emanuel Ginobili a Chiche Gornatti, de Nocioni y Scolla, a Adrián Paenza o su preparador físico Bonini) así lo demuestran, y ejemplifican la síntesis de ese tipo que era muchos tipos a la vez: estaba el porteño de cafetín, ese que madrugaba en charlas alrededor de mesas donde el whisky era inevitable; pero también el profesional obsesivo, capaz de viajar cientos de kilómetros para ver apenas el segundo tiempo de Estudiantes de Bahía Blanca y Olimpo. O no verlo, sólo viajar para convencer a los dirigentes de ambos equipos de formar la Liga Nacional.
El documental acierta cuando pone la figura del entrenador en perspectiva, y el contexto histórico ennoblece lo hecho por el protagonista: la fascinación va en doble sentido, por un lado el entrenador y su genio impar, por el otro el logro hacia un colectivo integrado por espectadores y deportistas que encontraron un espacio de comunión, hoy ultra-competitivo. Allí se descubre al básquet como una disciplina no demasiado popular en la Capital, pero sí en el interior. Najnudel, que al fin de cuentas era un porteño como cualquier otro pero con estirpe de adelantado, ideó una maquinaria que, aún imperfecta, no deja de ser necesaria para un país que se dice federal, pero sólo en los papeles.
Lo cierto es que Najnudel se merecería uno de esos biopics deportivos que el cine de Hollywood sabe hacer como nadie. Mientras, tenemos este documental, una especie de borrador muy bien documentado, que nos sirve para reconocer al personaje, más allá de preguntarnos si la corta duración no atenta contra la respiración de la información y su adecuada fluidez. Porque… cuánto llega a asimilar de esta historia alguien que desconozca totalmente la Liga Nacional. Esa es, seguramente, su mayor falencia.