Leviathan es el cuarto largometraje de Andrey Zvyagintsev (Elena, El Regreso), una de las nominadas a Mejor Película Extranjera en los pasados Premios de la Academia y ganadora de un Globo de Oro.
Leviathan
Kolya (Aleksey Serebryakov) vive en las afueras de un pueblito en la costa del Mar de Barents (al norte de Rusia) con su hijo preadolescente Roma (Sergey Pokhodaev) y su mujer Lilya (Elena Lyadova). Al lado de su casa Kolya tiene el taller mecánico, donde trabaja. El alcalde del pueblo, Vadim (Roman Madyanov), es un déspota que quiere para él el terreno que habita Kolya, para tirar abajo su casa y construir otra cosa. Kolya acude a su viejo amigo Dmitri, quien se desempeña como abogado en Moscú, para defenderse de los aprietes del alcalde y sus secuaces. Dmitri prepara una jugada para ensuciar al alcalde y disuadirlo de la idea de obtener el terreno. Pero no será tan sencillo como parece.
Siempre puede ser peor
Zvyagintsev se inspira en lo sucedido a Marvin Heemeyer, en Granby, Colorado, y hace una adaptación la historia del Libro de Job. El Leviathan aquí es el Estado, la gran bestia que atropella y destruye a cuanto ciudadano común se interponga en sus intereses. Hacerle frente a esta bestia no es tarea fácil, tanto el poder político, como el económico y el religioso pisan fuerte en el pueblo. El imponente paisaje de la región tiene un papel destacado en Leviathan y una carga simbólica fuerte. El nivel interpretativo está entre lo más destacable del film, como el manejo de la tensión, en especial en las escenas donde se ve el detestable accionar del alcalde.
Conclusión
El film de Zvyagintsev se encuentra entre lo mejor del cine ruso actual, y su estreno en las carteleras porteñas es motivo de celebración. Sus 142 minutos no pesan sobre su narración sólida. Leviathan es una película contudente, que pone en primer plano los oscuros manejos del poder político y religioso en Rusia.