"Ley Primera" combina el pasado y un presente caótico en el que se tratan de preservar las tierras y las costumbres de una comunidad indígena relegada frente e la salvaje irrupción del capitalismo.
Ambientada en el impenetrable chaqueño y hablada en Qom -idioma del pueblo toba-, con algunos diálogos en inglés y español, la última película de Diego Rafecas -Paco, Un Buda- transita por varios géneros y denuncia el empobrecimiento y la usurpación de las tierras que sufre y -todavía combate- la comunidad indígena Qom.
Ley Primera, combina el pasaso sangriento -con la masacre de Napalpí de 1924- y un presente caótico en el que se trata de preservar las costumbres y la tradición de una cultura relegada y que se manifiesta en contra de la salvaje irrupción del capitalismo.
Ese contraste aparece representado por Máximo y Simón, dos hermanos separados desde pequeños. Uno, apasionado por su gente y su tierra, el otro, un empresario que vive en los Estados Unidos y regresa para sembrar el caos. Ambos están interpretados por Rafecas, que se suma a un elenco internacional integrado por el norteamericano Armand Assante, como el chamán de los nativos, y la mexicana Adriana Barraza -actriz "todoterreno" nominada al Oscar por Babel y vista en Arrástrame al infierno, de Sam Raimi-, como la madre que se muestra fiel a su tierra y combate el regreso de un hijo al que poco conoce. El rol protagónico también lo impone Juan Palomino, el "salvador" moderno que se enfrenta con fuerte presencia a la injusticia imperante a su alrededor.
La correcta ambientación y el generoso despliegue de escenas de acción en ambientes naturales, también esta en lucha constante en una narración que coquetea con el suspenso, la intriga y el cine de denuncia, y, por momentos, privilegia el exceso en algunas situaciones.
Aún así Rafecas se las ingenia para entregar un producto que atrapa y muestra la herencia de una comunidad que está en el olvido, a través de las generaciones -la adolescente con arco y flecha que defiende a los suyos- y con algunos personajes que quedan desdibujados. El título del film alude a la frase del Martín Fierro y apela a la unidad de los hermanos contra cualquier amenaza exterior, entre muertes y políticos corruptos.