Ascenso y caída de dos estrellas del hampa londinense
El juego de gemelos en el cine no es nuevo. Una de las primeras apariciones fue con el filme deDavid Swift: “Operación Cupido” (“The parent trap”, 1961), con la doble actuación de Hayley Mills, pero la diferencia con aquél es no sólo el paso del tiempo, sino que la tecnología actual facilita la creación de espacios múltiples en los que pueden coexistir un actor y dos personajes al mismo tiempo. Lo que en aquél momento se hacía con manufactura manual hoy permite realizar maravillas como en el caso del actor Tom Hardy (“El topo”, 2012, “Batman: el caballero de noche asciende”, 2012, “Mad Max”, 2015, “Revenant: El renacido, 2015).
Tom Hardy en “Leyenda: La profesión de la violencia”, logra interpretarse a sí mismo magistralmente en dos encarnaduras físicas de extrema coherencia, y que a pesar de ser tan diferentes se interrelacionan muy bien entre sí, hasta el punto que el espectador olvida que está visualizando al mismo actor. Los dos personajes están basados en los gemelos Reginald y Ronald Kray, que gobernaron el mundo del hampa londinense en la década del 60. A pesar de su naturaleza violenta los hermanos se auto convirtieron en celebridades.
Poseían clubes nocturnos al que concurrían aristócratas, estrellas de cine y famosos deportistas e incluso, en su ascendente camino a su propia destrucción, fueron fotografiados por David Bailey (1965) para su galería de estrellas. El retrato se convirtió en la Mona Lisa del hampa, ya que fue realizado en el apogeo de los gemelos y su impacto fue increíble en el mundo cultural. Esa combinación de sangre, fulgor y dinero fue la que abrió paso a la leyenda que se tejió sobre ambos hermanos, a tal extremo que el capo mafioso de los Estados Unidos, Meyer Lansky, quiso asociarse con ellos.
“Leyenda” el primer filme de Brian Helgeland, guionista de: “Los Ángeles al desnudo” (1997), “Mystic River” (2003), “Robin Hood” (2010), “La ciudad de las tormentas” (2010), y una veintena de títulos, es la historia de dos hermanos, gemelos reales, que se convirtieron en mafiosos notorios en el Londres de la década de 1960. Brian Helgeland no se empeña en hacer un thriller remedando a Martín Scorsese, René Climent, Martín Minghella, Ridley Scott, o como “Al rojo vivo” (1949), de Raoul Walsh, con James Cagney, sino que optó por una solución inteligente e interesante: tomó prestadas estructura y escenas de “La ley del hampa” (“The rise and fall of legs Diamond”, 1960) de Budd Boetticher. Tampoco tomó la historia contada en “The Krays” (1990) de Peter Medak, con los hermanos Gary y Martin Kemp, del grupo británico Spandau Ballet, en los papeles principales.
La realización de Brian Helgeland se basó en notas periodísticas y en el libro “The profession of violence” de John Pearson. Leyenda, rescata como registro arqueológico, para quienes no vivieron los frenéticos 50-60, una sociedad londinense, que ya está desdibujada y des contextuada de la realidad del siglo XXI.
En todo el filme hay un trasfondo de humor a través de un idioma ilegible, ya utilizado por Guy Ritchie en “ Snatch: Cerdos y diamante” (2000), propio del Cockney East End de Londres. Un barrio cuya fama deriva de la época de la reina Victoria, cuyos habitantes provenientes de diferentes regiones pobres de Europa, escapados de los pogroms y la miseria, se refugiaron allí. El lugar poseía una historia más que siniestra de:hacinamiento, pobreza, crimen violento, industrias contaminantes y malestar social. No es de extrañar entonces, que el crimen, la inmoralidad, la embriaguez y la violencia fueran moneda corriente. Pandillas, prostitutas y ladrones recorrían las callejuelas apenas iluminadas que, a finales del siglo XIX, se había dado a conocer como "The abyss" (El abismo).
Los Kray (en ruso quiere decir región), oriundos de ese ambiente, son elementos ideales para cualquier director que le interese el thriller, con cierto corte patológico. Brian Helgeland se los apropia y crea con ellos una obra que es un estupendo ejercicio de relato criminal, de reconstrucción de época al revivir determinadas ceremonias, como la del exótico té de Violeta Kray (Jane Wood), a través de escenas absurdas y escabrosas, acompañadas de una música sugestiva y vestuario excelente. El filme, con una excelente fotografía, es oscuro con pequeños toques de luminosidad como en la escena de la declaración de amor. Por otra parte coexisten en él una comicidad extraña con secuencias de extrema violencia. A la que vez muestra a los gemelos como idiotas patéticos, paranoides, violentos y descerebrados, pero muy afortunados por escapar de las garras de la justicia a pesar de la multiplicidad de crímenes que cometieron.El retrato de los gemelos es un típico encuadre de películas sobre el género de neta tradición británica. En ellas el esquema freudiano parecía funcionar de maravillas y en “Legenda”, también lo consigue. Los hermanos están muy bien dibujados y tipificados. Como habitantes de East End desarrollaron un espíritu indomable y una reputación de humor. Pero se omitió parte de su realidad, el incesto que existía entre ellos y al orquestador de su imperio, el hermano mayor Charlie, muerto en el 2000. Ronnie Kray poseía una "esquizofrenia paranoide", agresivo y brutal. Era exuberante, violento, impulsivo y homosexual. Ronnie escuchaba los discursos de Churchill, amaba los westerns, siempre hacía alguna referencia a Agamenón y Utopía, pero no se sabe bien si con respecto Tomás More con su “Libro del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía”, o por “La República”, de Platón, donde se describe una sociedad idealizada, a Evémero y su escrito sobre “Inscripción sagrada”, o los mitos de Hesíodo. Ronnie era una extraña mezcla de asesino y erudito de café, que pese a su violencia hablaba en voz baja y con delicadeza a su cuñada Francés (Emily Browning), cuando ésta se encontraba frente al peligro de un ataque de furia de su marido.Reggie Kray era más ligero, inmutable, frío, agradable. Él era el ancla del equipo. Apuesto, razonable y socialmente hábil. Podía ser romántico, como cuando entrega las flores a Frances en los prolegómenos de su casamiento. Le era fiel a Ron: "Es mi hermano - dice - y él tiene un corazón de oro". Pero Reggie tampoco deja de ser un asesino, tal vez mucho más cruel que su hermano, porque en su contención era más clara la violencia.
Solían decir que una taza de té podría arreglar cualquier cosa en Inglaterra allá por la década del ‘60, que es cuando reinaron los hermanos Ronnie y Reggie Kray sobre el mundo del hampa londinense. Desafortunadamente, Earl Grey, ese té tradicional, no pudo arreglar las escenas dispersas y la trama irregular y un tanto morosa que alarga innecesariamente algunas escenas. Aunque Helgeland deja claro desde el comienzo cual es el tono, el peculiar tempo narrativo y la sinuosa estética que presidirán el relato, ya que éste se abre (y cierra luego en perfecta sincronía circular) con la voz en off de Frances Shea, que se suicida a sólo semanas de su matrimonio.
De esta manera se introduce al espectador en un universo fantástico donde se entrecruzan simultáneamente el áspero hiperrealismo del Londres de posguerra con la sensación ingrávida de la pesadilla. Entre la sordidez y la alucinación “Leyenda” ostenta una reconstrucción de época tan exacta como estilizada, aún en su tono de farsa.