Los matones sean unidos
Siguiendo la línea de las primeras películas de Guy Ritchie (Juegos, trampas y dos armas humeantes, Snatch: Cerdos y diamantes), Leyenda: La profesión de la violencia (Legend, 2015) tiene un buen arranque al modo "comedia de mafiosos" ambientada en la Londres de los estéticos años cincuenta y sesenta sobre los famosos gemelos Kray, para luego cambiar de registro en varias oportunidades y desperdiciar sus mejores atractivos.
Los hermanos Ronnie y Reggie Kray (ambos interpretados por Tom Hardy) son dos gángsters de East End, zona londinense que entre fines de la década del cincuenta y comienzos del sesenta fue el epicentro de sus turbios negocios. La historia es real aunque no tanto: las palabras que abren la narración (voz en off de Emily Browning personificando a la mujer de Reggie) así lo anuncian, en un film cuyo nombre “leyenda” impone el registro fantástico al relato. Ronnie es un desequilibrado mental y sus arranques de furia son tan cómicos como peligrosos para su entorno. Reggie es el sensato, el hombre violento que controla el negocio familiar. Juntos serán dinamita y enfrentados…aún más.
La historia de los gemelos Kray es tan conocida en Inglaterra como El Clan Puccio en Argentina. Miles de leyendas circulan alrededor de esta tenebrosa familia y su frialdad para los violentos negocios. Empezaron su fama ofreciendo servicios de “protección” y sumaron poder entre asesinatos, robos y la protección política obtenida.
La película basada en la novela de John Pearson “La profesión de la violencia”, se extiende en sus larguísimos e inconsistentes 132 minutos de duración, sin la agilidad y el vértigo de un Guy Ritchie. Como punto a favor se distancia del lugar ocupado por los últimos films de gángster cargados de un exasperante tono épico (como por ejemplo Pacto criminal) para retornar a una seudo comedia -con un muy extraño sentido del humor- que le quita pretensión.
El director y guionista es Brian Helgeland, reconocido por sus guiones de Los ángeles al desnudo (L.A. Confidencial, 1997) y Río Místico (Mystic River, 2003), que ya tuvo su incursión en la comedia de tipos rudos con Revancha (Payback, 1999), la última gran película de Mel Gibson en clave negra. Tom Hardy reemplazó al actor de Mad Max (1979) en su último film del guerrero de la carretera nominado al Oscar, y ahora se viste de matón -rol que tan bien le calza- acompañado de Emily Browning (Frances Shea), Paul Bettany, Chazz Palminteri, Taron Egerton, Paul Anderson, David Thewlis, y Christopher Eccleston, entre otros eternos mafiosos del cine.
Pero el mayor problema de la película radica en no definir su rumbo: no es una biopic, ni una comedia deliberada, ni tampoco un melodrama redentor. En esa ambigüedad Leyenda: La profesión de la violencia se perjudica, desarmando su interesante y prometedor planteo (la tensión entre hermanos, la relación sentimental en el mundo del hampa) para quedarse a mitad de camino entre una y otra cosa. El resultado es desparejo, la información verídica sobre los gemelos agota, los estereotipos criminales dejan de causar gracia y el romance se vuelve trillado. Todo sumado a su extensa duración y el clasicismo con que está abordada, dilapidan una película que auguraba mejores resultados.