Opuestos complementarios
Leyenda, la profesión de la violencia -2015-, funciona a medias como biopic y retrato de la intimidad de los hermanos Krays, íconos del hampa londinense, que tuvieron su apogeo en la década del 60, producto de sus violentas incursiones, asesinatos de rivales o amigos lo suficientemente atractivos para que el cine nuevamente les dedique un espacio tras la película de Peter Medak El clan de los Krays (The Krays -1990-).
El reinado de los gemelos gangsters, Reggie y Ron Krays, se extendió a lo largo de una década. Se caracterizaron por la violencia, sus vínculos directos con el jetset y el poder, además de la singular esquizofrenia y declarada homosexualidad de uno de ellos, en épocas donde salir del placard no era demasiado habitual. Tom Hardy encarna, gracias a la magia de la técnica cinematográfica, a ambos hermanos, compone a este dúo de opuestos complementarios con pequeñas diferencias en lo que a aspecto físico y gestual se refiere, más allá del burdo detalle de los anteojos en uno de ellos.
Ahora bien, la mafia y su representación cinematográfica, así como los mafiosos en cualquier biopic, más allá de la estructura elegida, tienen sus límites y no pueden evitar lugares comunes en un derrotero que siempre empieza por lo mismo: el ascenso a fuerza de muertes, acumulación de negocios ilegales y la paranoia propia de todo aquel rey sin trono. Por eso, la apuesta a que cada uno de estos elementos encuentre distinción tanto en un personaje como en otro, suma un problema extra que el film lejos de resolver acentúa.
El mayor defecto de Leyenda… es no acompañar la progresión dramática y la transformación de los personajes en su decadencia moral. Reggie es el hermano que se casa con Frances Shea - Emily Browning-, una joven deslumbrada por su personalidad, que de una manera muy ingenua cree poder cambiarlo y sacarlo del mundillo del hampa, donde se siente cómodo, pero no tiene rivalidad alguna con su hermano Ron, dado su manifiesta preferencia sexual.
En ese sentido, el triángulo no va a ser amoroso, sino sencillamente el que propone la rivalidad propia de hermanos, la violencia se reparte entre uno y otro, aunque los temperamentos no sean los mismos. En el caso de Ron, la necesidad de tomar medicación para no desbordarse mentalmente y crear mayor caos tanto en los negocios como en la vida cotidiana, es el elemento que prevalece como pivote en su ambivalente y errática conducta. Su ambición y no aceptar un “no” de nadie son su talón de Aquiles y el detonante de toda la conflictiva alrededor de Reggie, quien pese a su experiencia como gangster parece, según la película, verse superado en su rol de hermano protector.
Si bien el director adopta el punto de vista de la esposa de Reggie, con el recurso de la voz en off, logra tomar la distancia suficiente para no ensalzar a sus personajes; para mostrar las contradicciones y sus facetas humanas en contraste con sus actitudes violentas, pero esa intimidad termina resultando -a los fines de la película- algo densa.
En ese sentido, Leyenda es otro film sobre la mafia sin ninguna novedad en cuanto al tratamiento, aunque cuente con la particular interpretación de Tom Hardy, una suerte de doble comando de la expresión, que llamará la atención de más de un espectador.