Alejada de las convenciones del horror moderno, con cámaras y puestas que simulan una estética documental, esta cinta vuelve a las fuentes del género: excelentes climas, escenarios lluviosos y oscuros y una New York aterradora como fondo. Excelente montaje, edición al ritmo de una banda de sonido atronadora y la presencia perturbadora de EDGAR RAMÍREZ, son los puntos más altos, de un filme que nunca deja su halo inquietante. Buena performance terrorífica.