“¿Si hay algo extraño, en tu vecindario, a quien llamaras? A los cazafantasmas, ¿Si hay algo extraño, y no se ve bien, a quien llamaras? A los cazafantasmas…” reza la famosísima canción de Ray Parker Jr. en alusión al film de Ivan Reitman. Muchos años después, debería agregársele una estrofa “¿Si alguien actúa y habla raro, escupe, se lastima y blasfema, a quién llamarás? A Scott Derrickson” por lo menos para que tome apuntes para su próxima película.
Este joven director, con tan sólo cinco películas, se convirtió en algo así como un referente moderno en films de exorcismos y/o asuntos demoníacos; salvo la faliida remake de El día que la tierra se detuvo, en sus otras cuatro producciones intervienen demonios ancestrales que perturban la vida de ciudadanos apacibles; y viendo los resultados podríamos decir que mal no le ha ido.Basándose, según nos avisa el típico cartelito, en los relatos reales del Oficial Ralph Sarchie, Derrickson mezcla un poco de su filmografía desde Hellraiser: Inferno hasta Sinister para entregarnos un coctel entretenido que no ahorra unos cuantos sustos.
Todo comienza en Irak 2010, guerra, y uno soldados de los cuales desconoceremos su futuro. Ya en la actualidad, Sarchie (Eric Bana) recorre las calles del Bronx junto a su compañero Butler (Joel McHale en plan comic relief que funciona de a ratos) buscando sobretodo casos que comprometan a personas al límite, lo que sería la escoria de la sociedad; Sarchie los “huele” con lo que Butler llama su radar.
Pero se topan con un caso extraño, una mujer que arroja a su hijo al pozo de un zoológico, y anteriormente un hombre totalmente fuera de sí que ha golpeado a su mujer ¿tendrán ambos casos alguna conexión?.
Paralelamente, aparece un policía jesuita Mendoza (Edgar Ramirez) que sigue de cerca el caso de la mujer… el círculo comenzará a cerrarse y Sarchie y Mendoza deberán unirse.
Lo primero que uno nota en Líbranos del mal, es cierta idea de querer refrescarnos que todo está basado en hechos reales, no hay found footage, no hay falso documental, ni testimonios a cámara, pero el clima cuidadosamente busca lo verídico; que se note la visión del protagonista como narrador, sin necesidad de voz en off, más aun en los momentos en que lo veremos con su familia.
En el medio del policial de barrios bajos y el film de terror, Derrickson se encarga de plagar la escena de los golpes de efecto típicos de todo film de exorcismo, una lengua malintencionada diría que no esquiva ni un solo cliché ¿pero acaso no es eso lo que esperan quienes se adentran en estas películas, que se respete una fórmula que se aplica desde El exorcista hasta ahora?.
También nos cruzaremos en la escena con varios sustos falsos, lo cual, como suele suceder en acumulación, terminan jugando en contra ya que dejan de sorprender.
Hay guiños, hay un buen soundtrack con canciones de The Doors en una complicidad con el satanismo, buen clima, interpretaciones que si bien no descollan convencen, y un aire de que pudo ser mejor pero funciona.
Líbranos del mal no sorprende por su originalidad, se ubica cómodamente en el medio de lo que ya vimos varias veces, aun dentro de la filmografía de un director de quien su nombre ya empieza a sonar como sinónimo.