El terror teológico parece ir desplazando, poco a poco, al horror visceral que nos atosigó una década gracias a engendros como las secuelas de El juego del miedo (después el director de la original, James Wan, inventó grandes cosas, dicho sea de paso). Scott Derrickson es el responsable de dos películas de terror que tienen el fantasma, la muerte y (o) la teología como centro: la muy interesante El exorcismo de Emily Rose y la tensa Sinister. En Líbranos... se combina un policía rudo con “problemas personales” (cliché) con un sacerdote idiosincrático experto en exorcismos (cliché) en medio de una ola de espantosos crímenes (cliché). La suma de los tres clichés crea un relato tenso, interesante y entretenido que combina el policial negro duro con el terror teológico. Digamos que la lucha entre ambos géneros termina en empate y que el espectador accede a momentos buenos y, sobre todo, a una buena porción de dudas e inestabilidades que vuelven el relato aún más interesante. Están muy bien los protagonistas, Eric Bana y Edgard Ramírez, como estos Watson y Sherlock posmodernos.