Thriller sórdido y expectante
En medio de la crisis de 2001, no faltan aquellos que deciden embarcarse en algún plan delictivo para salvarse. Uno de ellos es el dueño de una empresa al borde de la quiebra, quien se asociará con un grupo que lo dejará fuera de su negocio a cambio de una suma de dinero. Víctor, su contador, tratará de salvar su empleo y el de sus compañeros de oficina, pero luego cambia de plan: es alguien tan ambicioso o más que su jefe.
El director y guionista Emilio Blanco sigue con sobriedad la tortuosa senda de su protagonista (una meritoria labor de Miguel Habud), y el resultado es un film que, a pesar de ciertas vacilaciones, cumple con el compromiso de entretener. Mimí Ardú, Miguel Ruiz Díaz, María Inés Alonso y el resto del elenco lograron asociarse con calidad en esta historia que, con una adecuada música de Alberto Quercia Lagos y una impecable fotografía de Carlos Torlaschi, entrega un entramado tan sórdido como expectante.