Licorice Pizza

Crítica de Jorge Bernárdez - Subjetiva

Licorice Pizza es una película feliz, vital, viva. Una película que respira, que se agita y que transmite toda esa vitalidad al espectador. ¿Quién iba a pensar que P. T. Anderson iba a traernos un coming of age? Anderson se olvida de toda esa estilización que todos le reconocen y se pone a contar una historia que roza de alguna manera su propia biografía, que finalmente no es otra cosa que una clásica película de “chico busca chica”.

Gary Valentine (Cooper Hoffman) tiene 15 años y conoce, de entrada nomás, a Alana Kane (Alana Haim). A los pocos minutos, le está diciendo a uno de sus amigos que acaba de conocer a la mujer con la que se va a casar. Alana tiene algunos años más que Gary y desde el momento en que se conocen, siente una atracción especial por el adolescente que es bastante grande de cuerpo para la edad que dice tener al comienzo. Ambos se vuelven inseparables aunque no anden siempre juntos. Gary la va a contratar como “acompañante” adulta para una gira de presentaciones en la que la madre de Gary no puede acompañarlo. El adolescente es actor y tuvo algún éxito televisivo, lo cual lo hace andar de gira con una actriz mayor y varios actores de la edad de Gary y además, se van a embarcar en algunos negocios. El protagonista es emprendedor y carismático, nadie puede decir que es un genio pero se las arregla para crear negocios propios que funcionan bastante bien. En ese devenir de intentos y fracasos Alana lo acompaña, varias veces les preguntan si son novios y ella insiste en que no lo son. La película avanza con ritmo desenfrenado por momentos, pero también tiene cierta deriva, como la vida misma, y allí aparecen historias en los que se ven envueltos juntos pero también por separado. Aparecen Sean Penn haciendo de una especie de William Holden desenfrenado, Tom Waitts, Bradley Cooper que interpreta a un personaje real (Jon Peters), que si realmente es como lo muestran, no sería de extrañar que aparezca en algún documental de alguna plataforma y así van pasando los primeros años de la década del ´70 del siglo XX.

Una banda de sonido que se apoya en grandes temas de esos años y P. T. Anderson sabe cómo usar esa música de la mejor manera. Todas esas apariciones resaltan las extraordinarias actuaciones de Haim y de Cooper Hoffman, que es el hijo de Philip Seymour Hoffman. Curiosamente, los dos protagonistas debutan como actores en esta película, aunque Alana tiene un grupo musical con sus hermanas que se llama simplemente Haim (no se priven de escucharlas). Otra curiosidad es que la familia de Alana en la película es su familia en la vida real.

Leer en las redes sobre esta película es toparse con una serie de idioteces y de prevenciones de ciertas almas de cristal a las que la diferencia de edad entre los protagonistas les molesta y a los que ciertos toques de humor le parecen “brotes racistas”. Ni siquiera vale la pena detenerse en eso. La verdad es que no debe haber mejor manera de pasar dos horas y un poco más que sentándose en una butaca para disfrutar de una película que es pura felicidad y belleza.

LICORICE PIZZA
Licorice Pizza. Estados Unidos, 2021.
Guion y dirección: Paul Thomas Anderson. Intérpretes: Alana Haim, Cooper Hoffman, Sean Penn, Tom Waits, Bradley Cooper, Benny Safdie, Joseph Cross, Christine Ebersole, Mary Elizabeth Ellis, Skyler Gisondo, Harriet Sansom Harris, John Michael Higgins, Moti Haim, Donna Haim, Este Haim, Danielle Haim, John C. Reilly y Maya Rudolph. Fotografía: Michael Bauman y Paul Thomas Anderson. Edición: Andy Jurgensen. Música: Jonny Greenwood. Diseño de producción: Florencia Martin. Distribuidora: UIP (Universal-MGM-Focus). Duración: 133 minutos.