Por fin DC Comics parece haber encontrado el camino para Marvelizar su universo cinematográfico. Claro, precisó importar a Joss Whedon, algunas peliculas mediocres para entrar en calor y que el destino le jugara una mala pasada a Zack Snyder – el suicidio de su hija que lo hizo abandonar el rodaje del filme que nos ocupa – como para que toda esta gente disfrazada se sintiera heroica, amigable y menos contispada. Y si los personajes son bárbaros, los actores formidables y la química de equipo resulta notable, lo que la DC aún precisa es un villano decente, un plan diabólico interesante y una casa de efectos especiales potable. Hay momentos en que la mediocridad de los FX te hace crujir los dientes, y eso que estamos hablando de un filme que desborda de efectos especiales. Comparada con El Hombre de Acero y Batman v. Superman, La Liga de la Justicia es un gran paso adelante en el camino correcto… pero aún está a miles de kilómetros de ese sólido sabor heroico y memorable que fue Mujer Maravilla.
No hay nada memorable aquí. Hasta la banda sonora del pope Danny Elfman suena tremendamente genérica – y eso que se da el lujo (o la herejía?) de revivir su propio tema de 1989 de Batman, amén de la icónica tonada de John Williams de Superman 1978 siquiera por unos segundos -, y las batallas son caóticas e imposibles de seguir. La Warner / DC necesita urgente un nuevo editor y un director con menos desquicio para las secuencias de acción.
Pero aún con todo ello La Liga de la Justicia no es el desastre que todos proclaman, o merece ese 40% que Rotten Tomatoes se empeña en adjudicarle (como pasa siempre, cuando un crítico norteamericano se ensaña con un filme, el resto le sigue en masa como si fueran lemmings, compitiendo por ver quién le adjudica el epíteto mas horrendo). Es simplemente una película pochoclera mas que pasable, con actores mas asentados en sus papeles (por fin Henry Cavill se siente como un verdadero Superman; Affleck sigue descollando como Batman; la Gadot destila confianza y carisma como la amazona que todos adoramos), y algunas incorporaciones muy eficaces: Ezra Miller es un ladrón de escenas constante con su Flash neurótico y desubicado, y Jason Momoa es un Aquaman badass y borrachín que no tiene reparos en irse de boca. La escena en donde se sienta sobre el lazo de la verdad de Diana y empieza a disparar los defectos del equipo no tiene desperdicio.
El drama, en todo caso, es que hay mucha gente en un solo filme y el desarrollo dramático va a los saltos. La relación nuera – suegra de Lois Lane y Martha Kent está metida con calzador, y toda la carga karmática de Ray Fisher / Cyborg queda sepultada por la velocidad de los procedimientos. Digo: acá hay tres personajes nuevos cuyo origen está explicado en una charlita de dos segundos dicha al pasar, y hay gente a la cual le pasan cosas muy grosas. Ya sea la perdida de humanidad de Cyborg o (y no es ninguna sorpresa) la inesperada resurrección de Superman, sobre la cual Miller bromea aludiendo a Cementerio de Animales.
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El villano se ve horrible, habla sandeces, es tan genérico que solo inspira aburrimiento. El McGuffin de todo el asunto – las Cajas Madres, tres computadoras semivivientes capaz de destruir planetas enteros – va de los incomprensible a lo anónimo. En todo caso uno va a ver como estos tipos chapurrean entre ellos, se dan murra, bromean y salvan al mundo a último momento.
Considerando lo que la competencia ha venido vendiendo desde hace años – léase, Marvel y la primera de Los Vengadores -, La Liga de la Justicia se ve increiblemente genérica. Yo me acuerdo de Loki parando en seco las flechas de Hawkeye, el sacrificio de IronMan al mandarle la bomba atómica a los Chitauri, el Shawarma, “Shakespeare en el Parque”, Hulk y Thor peleando en el helicarrier de SHIELD…. pero dudo que recuerde algo de La Liga de la Justicia 2017 la semana que viene, a excepción de Superman siguiendo por el rabillo del ojo a Flash (ante la mirada desorbitada de Ezra Miller), o Momoa diciéndole a la Gadot que está bien buena. Ok, vienen mejorando pero aún les falta mucho por limar para dar pelea mínimamente potable a la Marvel en un terreno en donde el gigante del logo rojo domina con holgura. El otro día ví como James Corden traía a Chris Hemsworth, Tom Hiddleston, Cate Blanchett, Mark Ruffalo y Jeff Goldblum a hacer una hilarante versión bajo presupuesto de Thor Ragnarok en un teatro (ante el delirio de los fans). Y se veía a un montón de actores serios divirtiéndose como chicos con sus personajes. Del mismo modo me resulta totalmente imposible imaginar a Affleck, Gadot, Momoa, Miller, Fisher o Cavill haciendo algo parecido, intentando bajarse del caballo del estoicismo que tienen impregnados sus papeles. Acá, al menos, sonríen bastante y son mas light, y mientras que eso es una buena señal, aún precisan encontrar un libretista que les de una historia decente, apasionante y memorable, la cual – lamentablemente creo – solo podrá ocurrir con aquellos filmes DC que sean fabricados fuera de la esfera de influencia de Zack Snyder. Hasta que llegue ese momento la DC seguirá produciendo filmes de superhéroes que parecen dirigidos por Michael Bay, en donde el sonido y la furia termina sepultando las buenas intenciones bajo una catarata de mediocridad y malos efectos especiales.