Se hizo justicia
En Liga de la Justicia nos ubicamos algunos meses de la muerte de Superman (Henry Cavill). No parece haber esperanzas y los rostros de las personas nos muestran la total depresión. Carteles y pancartas inundan la ciudad en homenaje al hijo de Kriptón que se ha marchado. Toda esta situación es propicia para que una nueva amenaza llegue a la Tierra, queriendo destruir todo: Steppenwolf (Ciarán Hinds).
Bruce Wayne (Ben Affleck) continúa salvando a la ciudad como Batman y sin el protector alienígena está preocupado por esta inminente amenaza que pueda superar sus habilidades. Con la ayuda de una base de datos tomada de Lex Luthor, y en conjunto a Diana Prince, a quien conocemos como Mujer Maravilla (Gal Gadot), intentará reunir a una liga de metahumanos. Tenemos al rapidísimo Barry Allen / Flash (Ezra Miller), que conoceremos en una secuencia cargada de sarcasmo junto a Wayne y marcará su tono durante todo el film; luego rastrea a Arthur Curry / Aquaman (Jason Momoa) en una remota ciudad costera del norte, quien en principio se siente reacio a formar parte (comparte muchas características con Wonder Woman); y el último será Victor Stone / Cyborg (Ray Fisher), quien no necesitará lo contacten y lo hace por su cuenta. No tardarán en ponerse de acuerdo los cinco que lo mejor es unirse antes que el apocalipsis termine con todo.
Liga de la Justicia finalmente logró lo que esperábamos de las anteriores películas del Universo Cinematográfico de DC: un despertar gradual de los superhéroes a medida que se van dando cuenta de que necesitan dejar de comportarse como seres individuales y trabajar en equipo. Jason Momoa en su papel del Rey de los Siete Mares es quien otorga el costado más rockero: es un renegado y solitario que solo quiere vivir en su mundo. El personaje de Ezra Miller como Allen es quien lleva el control del humor: participa de la mayoría de las escenas de comedia del film (posiblemente con excesivas miradas a cámara), pero nunca choca la película ni se acerca al tono burlón de Marvel. Y Cyborg es quien se siente más anormal de todos y espera salir al mundo sin prejuicios de por medio.
Ben Affleck como Batman luce majestuoso, pero a la vez se lo nota aturdido. Los años no llegan solos y se siente en el aire esa necesidad de dejar pronto el traje a un lado. Es físicamente vulnerable en comparación con los otros héroes que reclutó. Es Wonder Woman quien estará para animar un poco todo: su intervención en Londres contra un grupo de autoproclamados “terroristas reaccionarios” que invaden el Old Bailey y amenazan con una explosión con una bomba es una de las escenas más icónicas de la película. Le otorga ese toque surrealista, sofisticado y exótico.
Como resultado, cada uno de los personajes tiene su momento para mostrarse y luce su potencial. Ninguno pisa a otro y es posible ver cómo muestran sus habilidades para enfrentarse a cada situación. El destaque es general. Todos caen muy bien, y no es algo que sea frecuente en películas sobre superhéroes.
Respecto a los personajes secundarios, podemos hablar más de cameos que participación en sí: la Lois Lane de Amy Adams, la Martha Kent de Diane Lane, la Reina Hippolita de Connie Nielsen y el comisionado Gordon de J.K. Simmons, suman con creces a la historia. Posiblemente esperábamos un poco más de Lois, sobre todo por los acontecimientos que suceden en la historia.
En cuanto a la historia, recordemos que esta película tuvo un pasar un tanto problemático: Zack Snyder, director original, tuvo que alejarse luego de una tragedia familiar y fue Joss Whedon quien tomó el control (se habla de entre el 15% y el 20% de la película). Por eso es posible que encontremos escenas muy marcadas y representativas de la identidad cinematográfica de cada uno de los directores. Podemos decir que el aporte de Whedon trajo la comedia y el esquema de colores que le faltaba a las películas de Snyder. Y el ejemplo del éxito de Wonder Woman debe haber jugado a favor para continuar con esa línea de humanidad: el film ofrece momentos significativos de humor que no resultan forzados y juegan a que conozcamos puntos en común entre los personajes.
Y si bien decimos que Snyder y Whedon trataron esta vez de escapar de esa estética de Man of Steel y Batman v Superman para acercarse más al film de la princesa guerrera de las amazonas, desde la atmósfera y el soundtrack es posible viajar a clásicos consagrados de la franquicia, como el Batman de Tim Burton de 1989 y el Superman de Richard Donner de 1978: Danny Elfman logra integrar temas clásicos de los personajes a los propios de Hans Zimmer, haciendo una banda de sonido por demás interesante.
¿Y dónde puede estar el descontento? Para quien no es fanático de DC, le está faltando la historia del origen de tres nuevos héroes. Es entendible que no todos estén familiarizados con los personajes y sea forzada la forma en la que se unen a la liga (pocas palabras dando a entender que a Flash lo alcanzó un rayo o la procedencia de Aquaman). Pero, como todos bien sabemos, ya se están preparando las películas de cada uno en solitario, por lo cual de momento suena interesante el hecho de haber arrancado de la forma inversa.
Por otro lado, es posible encontrar altibajos en el CGI: Steppenwolf por momentos no parece estar bien logrado y el excesivo uso de computadora le borra incluso gestos interesantes que podría llegar a manifestar el personaje. Es algo en lo cual abusan y deben mejorar, pero se salva con muchas otras escenas donde la acción se apodera de la historia. Aún así es lo más decepcionante de las dos horas de película.
¿Qué es lo que necesitamos ver en una película de superhéroes? Emoción, comedia, acción, giros inesperados… Y Debemos decir que Liga de la Justicia cumple con todo eso. Es una evolución en el desarrollo de sus personajes y del tono de la franquicia (más optimista en esta oportunidad) que Warner está preparando. Es una película de DC para disfrutar y sin esperar más que la correcta adaptación de un cómic de los mayores superhéroes que existen. Va por el camino indicado. Se hizo justicia.