Cash grab. Es el término que usan los yanquis para algo cocinado de apuro cuyo único propósito es hacer dinero rápido, generalmente explotando una marca conocida o de prestigio. En ese sentido podría repetir textualmente lo que puse al inicio de Jurassic World: Dominion: los tiempos post-pandemia van a llenar los cines de productos mediocres que explotan reconocidas IPs y cuyo único propósito es llenarse los bolsillos rápido para apagar los rojos de los libros contables que dejaron meses (y años) de cuarentenas y demoras causadas por el Covid. Algunos son proyectos demorados de larga data, pero otros parecen escritos un fin de semana. Y Lightyear es el último título que se sube a esta desgraciada tendencia.
Claro, hay un problema de comunicación entre los medios, la realidad y los grandes estudios. Si uno ve el 75% de aprobación del filme en Rotten Tomatoes uno dice “esta gente está loca: ¿de dónde sacaron que el filme es tan bueno?”. Ah, sí, el temor reverencial a ofender al Imperio del Ratón, no le digas que el producto es malo porque sino te niega el acceso a entrevistas o no publicita en tus radios / canales de TV / revistas / portales, etc. Por el otro lado vos leés las explicaciones de la gente de Disney sobre el fracaso de la película en taquilla (costó 200 millones y recaudó – incluyendo el box office internacional – 215 palos… lo cual no es nada y la deja en pérdida porque siempre hay 100 / 200 millones de gastos extras, invisibles, que deberían sumarse al costo de producción y tienen que ver con masivas campañas publicitarias en todo el mundo), y los tipos te muestran gráficos y te dan explicaciones técnicas sobre que no era el momento adecuado, que faltó publicidad focalizada, que quizás el cambio de Tim Allen por Chris Evans (en la voz del personaje) afectó la recaudación, que los conservadores hicieron campañas masivas por el beso lésbico de una de las protagonistas… puros bolazos. La gente no es estúpida y, si el filme no tiene una positiva recomendación espontánea boca a boca (bah, lo que ocurrió fue lo contrario, que todo el mundo la tildó de aburrida) jamás te va a ir el público a verla. Ni Evans ni el beso. Lightyear no era necesaria en la mitología de Toy Story, no tiene una historia super original ni que te queme la cabeza, ni siquiera tiene mucho humor. Es simplemente chata, rutinaria, prolija, sólida en lo técnico pero nada excitante. Una película que pertenecía al streaming antes que al estreno en cines, sólo que sobreproducida.
Debo reconocer que la primera hora es sólida. No guau, pero está bien escrita y plantea el drama de nuestro héroe y el esfuerzo de su sacrificio. Buscando un planeta habitable – con una nave cargada de colonos (que nunca se explica el por qué, si la Tierra sufrió algún desastre o por qué no estudiaron antes a dónde querían aterrizar en vez de ir al tun tún) – Lightyear y su co piloto Alisa terminan en un planeta saturado de fauna y flora hostil. El intento de escapar de un ataque falla, rompen el motor y se ven estancados en el planeta durante meses. Como tienen todo tipo de maquinaria a bordo montan una pequeña ciudad e incluso una base de lanzamiento. El drama es que los motores de hiperpropulsión (que fueron los que se rompieron) usan un cristal único (¿dilithium?) que no tiene reemplazo, por lo que hay que experimentar con la fórmula para poder recrearlos. Buzz se ofrece como voluntario – total, todos están estancados ahí por su culpa, él debe enmendar las cosas de alguna manera -, y empieza a hacer viajes de prueba con fórmulas diferentes alrededor del planeta. El drama es que cada viaje de 4 minutos representa 4 años transcurridos en el planeta (por culpa de la teoría de la relatividad de Einstein) y, lo que es peor, Buzz no consigue obtener el 100% de impulso en los motores. Basta diez viajes para que a Alisa se le pase la vida, se case con otra chica, tengan un hijo, envejezca, incluso muera (momento lacrimógeno al estilo Up) y Buzz siga dejando la vida para obtener una fórmula perfeccionada. El último intento funciona pero cuando Buzz vuelve ya pasaron mas de veinte años en el planeta. Un imperio del mal ha encontrado la colonia y desea aniquilarla y Buzz – y una pandilla de soldaditos rasos que han quedado por afuera del escudo que protege a la colonia e impide que los robots del villano irrumpan en la misma – son los únicos capaces de emprender una misión suicida y salvar a los colonos. Y esto es, infiltrándose en el crucero imperial y tirarlo abajo ya que, en otro insufrible cliché abusado en los últimos tiempos por los filmes de ciencia ficción, si destruís la base, los invasores se paralizan / dejan de funcionar de manera automática (¿remember los Chitauri de Los Vengadores?).
Los mayores problemas con Lightyear – aparte de su poco humor (y el que hay es poco inspirado) – tienen que ver con esa segunda parte. La pandilla de novatos es intragable – la nieta de su amiga co piloto, una vieja que explota cosas, un veterano torpe, un robot inútil -, las aventuras que corren para entrar a la nave no son excitantes y cuando llega la revelación del villano… carece absolutamente de sentido. En realidad las explicaciones que da el filme te queman la cabeza y no tienen lógica alguna. Y ése es el clavo final en el ataúd de una película que venías tolerando con lo justo ya que la música era pasable y la animación es un lujo… pero la historia y los personajes son huecos y nada atractivos.
Decir que ésta es la película que le quemó la cabeza a Andy en 1995 – el protagonista original de Toy Story -y lo llevó a manguearle a su madre para que le compre el juguete de Buzz Lightyear es ponerle el moño al insulto final. En la proyección en que estuve un montón de pibes querían irse a la media hora de iniciada la película y los adultos se la pasaban viendo los relojes. No entendían lo que pasaba en pantalla o no tenía gracia como para engancharlos. Así que, chicos Disney (y sobre todo tú, Pixar, que sólo dabas a luz grandes películas!) piensen bien si van a seguir con esta onda… o si planean otro spinoff con Woody como vaquero de la vida real. Los FX ya no son excusa suficiente para que la gente vaya en masa a ver una película mediocre; después de todas las cosas que pasamos lo que queremos es un buen espectáculo. Y Lightyear, aunque no sea un desastre bíblico, no cumple con el requisito mínimo que precisa un show (ni está a la altura del prestigio de la marca que explota), que es entretener aunque sea de manera pasable durante unos meros 90 minutos.