Un héroe espacial que no sorprende ni emociona
La buena noticia es que Pixar volvió a los cines. Después de dos años sin pasar por la pantalla grande (“Soul”, “Luca” y “Red” se estrenaron directamente en Disney+), el estudio que creó joyas como “Toy Story”, “Ratatouille” o “Cars” regresó a las salas con “Lightyear”, la película que se centra en la historia del astronauta Buzz, uno de los personajes más emblemáticos y queridos de “Toy Story”. La mala noticia (tristemente) es que este estreno _uno de los más esperados y publicitados del año_ está muy lejos de la creatividad y la originalidad que han caracterizado a Pixar, e incluso se ubica un escalón por debajo de la innecesaria “Toy Story 4”.
Dirigida por Angus MacLane (codirector de “Buscando a Dory”), “Lightyear” no es exactamente una precuela ni un spin off de la saga de “Toy Story”. Al comienzo de esta nueva historia se nos informa que en 1995 al pequeño Andy le regalaron para su cumpleaños un muñeco de Buzz Lightyear, el personaje protagónico de su película favorita. Y lo que sigue a continuación es justamente esa película. Conciso y bien simple. De golpe nos encontramos con este Buzz de “carne y hueso”, un heroico guardián del espacio que va a quedar varado en un planeta hostil y remoto.
A esta altura no hace falta aclarar (pero sí recalcar) que la evolución técnica de la animación de Pixar es admirable. El nivel de detalle de cada escena de “Lightyear” es notable. El problema es que la historia y los personajes no están a la altura de esa excelencia. La película es entretenida en sus primeros 45 minutos: es una aventura espacial sin muchas pretensiones con claras referencias a “Star Wars” y a “Viaje a las estrellas”. Hay una reflexión sobre las tensiones entre los afectos y la búsqueda de la gloria personal, pero en general es una clásica aventura con pruebas de supervivencia que funciona bien hasta que hacia el final agota. Los escapes a último minuto y las misiones fallidas se repiten demasiado, y así el metraje resulta excedido.
Por otro lado, los personajes prometen más de lo que entregan. Al protagonista le faltan aristas y profundidad, y por momentos es opacado por algunos personajes secundarios, como el gatito robot que aporta la cuota de humor (un tanto pueril) o los compañeros de Buzz en sus intentos de escape, desde una ex convicta con libertad condicional hasta un soldado torpe que vive muerto de miedo. Con respecto al personaje de la capitana Alisha Hawthorne (que forma pareja con otra mujer, algo novedoso en el universo de Pixar) sólo se puede decir que responde exclusivamente a una agenda de actualidad y no la historia en sí misma. Además, ¿si “Lightyear” es la película que vio Andy antes de “Toy Story”, que es de 1995, cómo se entiende a este personaje? En los 90 de inclusión ni se hablaba.
Pixar ya no es lo que era. Lo sabemos desde la fallida “Cars 2” (2011) o de productos menores como “Un gran dinosaurio” (2015). Y “Lightyear” pertenece a esa categoría. De Pixar queda la excelencia en la animación, pero lo demás pasa por la maquinaria de Disney (propietario del famoso estudio), donde las cuestiones creativas están fuertemente atadas a los cálculos de mercado. Acá la apuesta pasaba por la nostalgia y un personaje que brilló en la pantalla durante 15 años. Sin embargo la jugada no funciona, no sorprende ni emociona. Y el mundo seguirá recordando a Buzz como un juguete entrañable, inseparable del vaquero Woody y toda la pandilla.