Con un elenco perfecto, Steven Spielberg vuelve a meterse en la historia norteamericana poniendo en un pedestal político a Abraham Lincoln, pero reprochando su huraña vida personal.
Cuando un grupo de buenos actores comparte la misma pantalla, el espectador solo tiene que sentarse, relajarse y dejar de pensar. La historia correrá por su propia cuenta, y no importa qué tanto sepa uno sobre la Guerra Civil estadounidense, o sobre cómo piensan los Demócratas o Republicanos. Eso se lo dejamos para los que quieran sacar un análisis político de esta maravillosa cinta de Steven Spielberg. Para los demás, dejennos con Daniel Day-Lewis, Sally Field, Tommy Lee Jones, Lee Pace, James Spader, Tim Blake Nelson y tantos otros talentos que tiene esta biopic, que nos cuentan la historia con drama, humor, algo de solemnidad patriota (hay que decirlo), pero también con mucha honestidad y mucho corazón.
La película nos ubica en 1865, cuando el presidente Abraham Lincoln (Daniel Day-Lewis) intenta reglamentar la 13ra Enmienda en el Congreso de los Estados Unidos. Esta enmienda oficializa la abolición total de la esclavitud, algo que el presidente piensa que es infalible para detener la Guerra Civil. Pero, claro, no las tendrá fáciles. Por un lado, hay quienes no tienen demasiados problemas con abolir la esclavitud, pero les parece que no es el momento, ya que cientos de soldados están muriendo todos los días en la maldita guerra, y la atención debe centrarse ahí. Por el otro está la burguesía, dueños de campos y otras industrias que necesitan de los esclavos para que su negocio siga funcionando. Ellos están completamente en contra de la abolición y pondrán todas las piedras en el camino que sean necesarias.
Para aprobar la Ley, Abe necesita 20 votos, una suma de votos mayor a la cantidad de bancas que tienen sus partidarios, así que deberá convencer de a uno, a base de sobornos, extorsiones o mero convencimiento, para que voten su enmienda. En este contexto, la familia Lincoln no está pasando un gran momento: Mary Todd, su esposa (Sally Field) vive al borde de la crísis nerviosa, y su hijo Robert (Joseph Gordon-Levitt) quiere enlistarse en la guerra. El tema es que los Lincoln ya perdieron a un hijo, y Mary Todd no permitirá que maten a otro. Mientras tanto, Abraham está ausente, dejando que los problemas de casa se queden en casa y que, de alguna forma, se solucionen solos. Él ve la imágen grande, ve a sus compatriotas muriendo y necesita estar en donde pueda tomar desiciones.
Con Steven Spielberg detrás de cámaras, la calidad está asegurada. Si a eso le sumamos el guión de Tony Kushner (que colaboró con Spielberg en Munich, de 2005), el resultado es casi cantado. La película solo peca de solemne, pero es algo que sentimos los de afuera, a los que esta historia nos toca de costado. Tal vez, para el pueblo estadounidense, esos que levantan la bandera cada mañana, Lincoln se sienta distinta. Pero fuera de eso, la dirección es perfecta, las actuaciones son perfectas y hasta el final, que ya conocemos todos, es perfecto. A veces pienso que tenemos un gran privilegio al ser contemporaneos de Spielberg.
@JuanCampos85