Lincoln

Crítica de Laura Osti - El Litoral

Un relato histórico clásico

Abraham Lincoln fue el decimosexto presidente de los Estados Unidos y el primero por el Partido Republicano. Fue elegido presidente a finales de 1860. Durante su período, tuvo que hacer frente a la interminable guerra civil entre los Estados secesionistas y los Estados de la unión, que desangraba al país, y a la necesidad de reformar la Constitución para poner fin a la esclavitud. Como se sabe, las dos cuestiones estaban íntimamente relacionadas y fue Lincoln el presidente que llevó adelante la iniciativa.
Steven Spielberg rescata su figura en esta película, que es una adaptación parcial del libro “Team of Rivals: The Political Genius of Lincoln” de Doris Kearns Goodwin, confiando el guión a Tony Kushner, el cual se concentra particularmente en los meses previos al debate sobre la Decimotercera Enmienda, que establecía precisamente la abolición de la esclavitud. Mientras, en paralelo, se producían intensos contactos para poner fin a la guerra civil.
Spielberg construye un relato lineal, en el que prioriza los diálogos, con una buena reconstrucción de época, apelando a los claroscuros y los colores marrones y grises en el tratamiento de la imagen. Los hechos ocurren en Washington y muestran al presidente de los Estados Unidos de Norteamérica en una versión más bien doméstica. Su figura aparece muy humanizada, en la intimidad del poder, que de algún modo compartía con sus amigos más cercanos pero también con su esposa, una mujer de carácter fuerte y dominante, con quien tuvo tres hijos varones: uno ya fallecido (pérdida no del todo asimilada por la pareja), un joven un tanto rebelde y un niño devoto de su padre.
La película pone de relieve las dotes negociadoras del político, su fino sentido del humor, los esfuerzos que pone para mantener sus principios y el carisma del que hacía gala para seducir a sus seguidores. Todo interpretado de manera excelente por el actor Daniel Day-Lewis, quien a sus reconocidas cualidades actorales suma su sorprendente parecido físico con el prócer norteamericano.
Como es de suponer, el relato es fiel a la historia conocida, que concluye con el magnicidio producido apenas lograda esa gran victoria política que fue el fin de la guerra y la famosa enmienda. Aunque también se hace eco de las versiones que señalaban una supuesta homosexualidad del presidente e incluso pone el acento en algo un poco más turbio, el terrible poder de Ms. Lincoln entre bambalinas, al punto de sugerir que quizás algo haya tenido que ver en el crimen que terminó con la vida de su esposo.
Este asunto no está tratado de manera expresa, pero en la película se le da bastante trascendencia a las diferencias existentes entre marido y mujer, no solamente en lo referido a la educación de los hijos, sino también a la injerencia de la primera dama en los asuntos de Estado, lo que hace crisis cuando el joven al que su madre había enviado a Boston a estudiar Abogacía, decide alistarse en el Ejército. Ms. Lincoln jamás perdonó a su marido la pérdida del primer hijo y tampoco se muestra dispuesta a perdonarle que no haya impedido que el otro muchacho abandone los estudios y se rebele contra la decisión materna, poniendo también en peligro su vida.
Acompañan a Day-Lewis actores de primera línea, entre los que se destacan Sally Field, como la conflictiva Mary Todd Lincoln, Tomy Lee Jones, Joseph Gordon-Levitt, David Strathairn y James Spader, entre otros.