Vemos y escuchamos a diario en las noticias los casos de femicidios que ocurren en nuestro país, día tras día. Una historia que se repite, porque no se llega a terminar de contar una, que sucede otra similar.
La problemática es muy vigente y desde hace unos pocos años, el Estado Nacional ha tomado cartas en el asunto para intentar solucionar un tema cuya raíz es profundamente cultural instalada en el ser humano desde hace siglos y es el machismo asociado al patriarcado. Se lo ha analizado desde distintos puntos de vista y las opiniones concuerdan en eso.
Este documental aborda la temática bien desde adentro, de las entrañas mismas del dolor, la angustia y la desesperación de las mujeres que sufren la violencia de género. La línea 137 es el número telefónico para denunciar estos hechos. No sólo es un número de teléfono, sino que también son recintos especializados y dedicados exclusivamente a ellas y sus hijos. En esos lugares hay varios equipos interdisciplinarios que trabajan durante todo el día para ayudar a las víctimas. Hacia allí Lucía Vassallo llevó sus cámaras y registró todo, absolutamente. Sin interferir, ni cuestionar, como si fuese un testigo que observa todo y lo guarda en la memoria. La directora sólo filmó a los equipos pertenecientes al Estado, cuyas sedes están en la Ciudad de Buenos Aires y de Resistencia, Chaco. Hay otras, muy pocas, también en otras provincias. La tarea de ellos es brindar consejos, ayuda, protección y contención psicológica a las víctimas. En todos los casos la directora procuró ocultar los rostros de las denunciantes protegiendo sus identidades
Ellas, cansadas de los maltratos a que las someten sus parejas y otros familiares, se animan a hablar y denunciarlos. Ya no tienen vergüenza. Juntan el valor necesario y cuentan el calvario que viven, siempre con un nudo en la garganta y llorando.
Así es el problema, lo mismo que la película, dura, seca, cruda, como un golpe sin anestesia, en el que no hay medias tintas. La intención de la directora es que su realización duela también. Sin filtros. Por eso, para ahondar el dramatismo, se escuchan en varios pasajes ruidos incidentales y una canción compuesta por Juana Molina.
La mayoría de las personas que trabajan en estos establecimientos son mujeres, generalmente asistentes sociales y psicólogas. En todos los de todos los medios y personal para aceptarlas de inmediato y, por otro casos hacen lo que pueden, porque hay tantas denuncias que no disponen lado, el sistema judicial no funciona como corresponde, lo cual en nuestro país no es una novedad.
Tomando como referencia la frase del final de una de las mujeres, que sufre al igual que las otras de violencia doméstica, maltrato físico y psicológico, amenazas diarias, etc., y luego de haber visto y oído tantos dolorosos testimonios, habría que hacerse una pregunta profunda, alejada de toda índole política, religiosa y cultural: ¿Alcanza sólo con esto?